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COLABORADORES

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PORTAL ALCOZAR

UN DÍA EN ALCOZAR (Divina Aparicio de Andrés, 1995)

 

Obra escrita para los actos de conmemoración del milenio de la batalla de Piedra Sillada

 

PERSONAJES:

PASTOR Melquiades
MUJER DEL PASTOR Nicolasa
MADRE DEL PASTOR Emerenciana
CHICO AMERICANO Joe
CHICA AMERICANA Betsy
CHICA AMERICANA 2 Nancy
EMIGRANTE Miguel (Miguelillo)
MUJER DEL EMIGRANTE Mercedes
NIÑO HIJO EMIGRANTES Iñaqui
NIÑA HIJA EMIGRANTES Susana
MOZO DE ALCOZAR Tomás
MOZO DE ALCOZAR 2 Sebastián (Sebastianón)
CHICAS TRAJE REGIONAL
COROS POPULARES
PREGONERO
NIÑOS CON REDONCHA

Un escenario vacío. Se oye música popular castellana (por ejem. del Mester de Juglaría) durante diez minutos para dar tiempo a que los espectadores se acomoden en sus sillas. Cesa la música del cassette y se escucha un coro de voces que canta en "off":

Ya está el pájaro pinto
puesto en la rama,
ten, tenedor,
cara, caracol, tenedor,
puesto en la rama...

Al acabar el coro, entra en escena un pastor, se coloca la cachava bajo el brazo, se agacha, hace como que coge una piedra y la lanza al aire al tiempo que dice:

PASTOR.- ¡Richaaa, richaaa, allá! ¡Tuba, Bris, agarra a la Careta! ¡Richaaa, richaaa, allá!

Coloca la cachava detrás y apoya el culo, echa mano al zurrón, saca la bota y bebe a chinguete. Mientras está bebiendo aparecen en el escenario tres turistas americanos: un CHICO AMERICANO con pantalones cortos, calcetines hasta la rodilla de un color chillón, camiseta con la bandera americana, sombrero y una cámara fotográfica al hombro; una CHICA AMERICANA con la cara roja como un tomate, zapatos de tacón y un diccionario en las manos; y otra CHICA AMERICANA 2 con pamela, falda larga, gafas de intelectual, una mochila al hombro y una libreta y un bolígrafo en las manos.

 

ESCENA PRIMERA

CHICO AMERICANO.- (deletreando las palabras) Buenos días.

PASTOR.- (bajando la bota y limpiándose los labios con la manga) Buenos nos los dé Dios. Parece que se ha madrugao.

CHICO AMERICANO.- ¿Poder tú decir a nosotros, please, cómo ir a Peidra Sil.lada?

PASTOR.- ¡Qué hacer, no poder! Eso no tié pierde. Agarran ustedes tu'el valladar a'lante y, en llegando a aquella encina que se divisa ahineso, tuercen pa' la izquierda y verán unas cacho piedras más grandes que'l día el Señor, y ahí mesmo tién Piedra Sillada.

CHICA AMERICANA.- ¿Cuántos minutos tardar nosotros en llegar a los piedros?

PASTOR.-  Según y conforme. Con albarcas, que es el calzao aparente para estripar terrones, se pué llegar en un periquete (mirando hacia los tacones de la chica) Ahora que, con escarpines de fiesta, al mejor tién ustés que hacer noche allí y pedir posada.

CHICA AMERICANA 2.- (anotando en la libreta, deletreando y exagerando la pronunciación de la "wr" en vez de "r") Tewro-nes, tewro-nes; es-cawr-pi-nes, es-cawr-pi-nes.

CHICO AMERICANO.- Muchas gracias.

PASTOR.- No hay de qué. Pero... ¿di'ande vienen ustedes?, si no es mala pregunta.

CHICO AMERICANO.- Yo no entender.

PASTOR.- (levantando la voz como si hablase a un sordo) Que de qué parte vienen ustedes, que cómo se llama su pueblo.

CHICO AMERICANO.- ¡Oh, yes, yes! Améwrica. Mi ser amewricano. Améwrica ser gran nación, no ser un pueblo.

PASTOR.- Bueno, bueno, pa' ti la perra gorda. ¡A mí qué más me da si es una nación o no, si allí no me se ha perdido nada!

Los turistas se alejan al otro extremo del escenario y comienzan a mirar el suelo y dar saltitos como si trataran de salvar pequeños obstáculos. Se paran, miran hacia un lado y hacia otro, consultan el cuaderno de notas y el diccionario y, por fin, habla CHICO AMERICANO.

CHICO AMERICANO.- (dirigiéndose a CHICA AMERICANA 2) Yo no he comprendido nada, pero supongo, Nancy, que tus clases de castellano en la universidad de Harvard nos permitirán encontrar el camino.

CHICA AMERICANA 2.- (como pidiendo disculpas) I'm sorry, darling! Creo que en este pueblo hablan un castellano excesivamente culto, porque... no he comprendido algunas palabras. Pero lo he anotado todo en mi cuaderno.

CHICO AMERICANO.- Bien, y ¿sabremos ir a Peidra Sil.lada?

CHICA AMERICANA.- (con voz airada) Mira, Joe, Nancy y yo hemos dado la vuelta al mundo y nunca nos hemos perdido. No creo que nos ocurra eso en un pequeño pueblo español.

Desaparecen los tres turistas y el pastor se queda pensativo. Mira hacia el cielo y dice para sí mismo:

PASTOR.- La han cogido modorra estos turistas con venir a enredar aquí. Ni por pienso se me ocurre a mí agarrar el petate al hombro y aguantar la chicharrera to'l santo día pa' ver cuatro peñascos. Ahora que ya lo decía mi difunto padre, qu'en gloria esté: que la metá el mundo está loco de remate, y... (moviendo la cabeza de un lado a otro) la otra metá por un tenor. ¡Richaaa, richaaa, dala en to'l morro, Bris, que se come las berzas! ¡Richaaa, richaaa, anda allá!

ESCENA SEGUNDA

El pastor saca la navaja del bolsillo, se agacha, coge un palo y comienza a sacar punta. Así, con la cabeza baja y sin dejar de hacer virutas, dice para sí.

PASTOR.- Un día de estos me tengo que determinar a dejar el ganao. Ya no son años pa' andar po'l campo to'l día de Dios (mirando hacia el cielo) Tengo para mí que nos va a dar agua. Esas nubes no barruntan nada bueno. Y mira que da duelo que se estrompe la fiesta con lo qui'han trajinao todos pa' prepararla.

El pastor da un respingo y baja la cabeza al oír la bocina de un coche. Aparecen en el escenario un señor y una señora con dos niños (chico y chica)

EMIGRANTE.- Buenos días. ¿Sabría decirnos por dónde se va a Piedra Sillada?

PASTOR.- (poniendo la cachava delante y apoyándose en ella con ambas manos) ¡Pa' chasco; qué hacer no! Eso no tié ninguna cencia. Mire, cogen ustedes este valladar y tiran todo en derenchura y, en llegando a... (para de hablar al oír la carcajada de EMIGRANTE)

EMIGRANTE.- Ja, ja, ja

PASTOR.- ¡Anda la leche! Y, ¿se pué saber por qué se carcajea usté de ese modo?

EMIGRANTE.- Perdone usted, es que hacía una porción de años que no oía la palabra esa: en derenchura, y me ha hecho gracia. Pero siga usted, buen hombre, siga diciéndonos por dónde se va a Piedra Sillada.

NIÑA (dirigiéndose al niño) ¿Qué ha dicho papá?

NIÑO (al oído de la niña) No lo sé. Algo de una porción de años, pero no lo he entendido bien.

PASTOR.- Y... ¿di'ande son ustedes?, si se puede preguntar.

EMIGRANTE.- Venimos de Madrid, pero yo soy nacido en Alcozar.

PASTOR.- (tuteando a EMIGRANTE) Pues, ahora que lo pienso, te das un aire a los de la familia del Niceto, por mal nombre "El Marrarás". No serás tú, por un casual, el Miguelillo.

EMIGRANTE.- Equilicual. El mismo que viste y calza.

NIÑA (al niño) ¡Qué palabras más raras que dice papá!

NIÑO (a su madre) Mamá, ¿por qué papá habla hoy tan raro?

MUJER DEL EMIGRANTE (al niño) Calla y escucha, que en los pueblos también se aprenden cosas.

PASTOR.- ¡Hola, chaval! Y tú ¿cómo te llamas?

NIÑO.- Iñaqui. Y mi hermana Susana.

PASTOR.- (a la niña) Vamos a ver, a que tu abuelo Niceto no te ha enseñau nunca este acertijo. Estate atenta, ya lo verás, dice:

Pingo, pingo, está pingando;
mango, mango, está mirando.
Si pingo, pingo, cayera,
mango, mango, lo cogiera.
¿Qué nicosita es?

NIÑO.- (mirando a su madre en demanda de auxilio y rascándose la cabeza) ¡Huy, qué difícil!

PASTOR.- (dirigiéndose a la niña) ¿Y tú, chiguita?, a que tú sí que lo sabes.

NIÑA.- (chupándose un dedo) No, no señor, yo tampoco lo sé.

PASTOR.- ¡Vaya con tu abuelo Niceto! ¡Mira que no enseñaros las cosas de su pueblo! (dirigiéndose a EMIGRANTE).¡ Pues no mentamos a tu padre pocas veces!. Nos hemos tratado mucho. Y luego que, como vivíamos frente por frente... ¡Anda que no era ocurrente...! Entodavía me alcuerdo di'una vez que fuimos a la fiesta Bocigas... Pero, sus estaré entreteniendo. Venga, que agarro el talego y sus acompaño un trecho.

MUJER DEL EMIGRANTE.- No se moleste usted.

PASTOR.- Si no es molestia, mujer (coge el talego del suelo, saca la boca y se la ofrece al EMIGRANTE). Toma, echa un trago, que ahora estará fresco; luego se pone caldorro y no vale nada.(viendo que EMIGRANTE duda) Venga, hombre, a ver si te se va haber olvidao hasta beber a chinguete.

 

 

EMIGRANTE.- ¡Mia, pues todo pué ser! (mirando a MUJER DEL EMIGRANTE) Lo mismo me pongo tibia de vino la camisa (comienza a caminar todo el grupo).

MUJER DEL EMIGRANTE.- Pues, después, te la lavas y... hoy paz y mañana gloria.

PASTOR.- ¿Y la señora también es nacida en Alcozar?

MUJER DEL EMIGRANTE.- Yo no, pero mis padres aquí vivieron hasta que se casaron. No sé si recordará usted a la Timotea y al Mamerto.

PASTOR.- ¡Mecagüen diez ¡Como si fuera ahora mismo me alcuerdo yo de una pega que me dio tu madre por los Santos Inocentes. Era muy socarrona y se las pintaba sola para los jolgorios y las fechorías.

MUJER DEL EMIGRANTE.- Pues sigue igual. Teniendo a quién hacer un marro, no deja títere con cabeza.

NIÑA.- (al niño) Sabes que la mamá también empieza a decir cosas raras.

NIÑO.- (a la niña, dándole una palmada en el brazo) ¡Que te calles! que...

PASTOR.- (al niño) A ver ¿qué dice este galopín? (sacando un reloj de bolsillo y consultando la hora) Bueno, no os puedo acompañar más largo, que se empieza a cariar el ganao y luego no hay quien haga carrera del rebaño. Que lo pasís bien, y ya nos veremos en la Plaza.

Se aleja el grupo y el pastor se queda pensativo. Después, gira la cabeza y grita:

PASTOR.- ¡Miguelillooo, Miguelillooo! (todos vuelven la cabeza hacia el lugar de donde parte la voz) Que digo yo que os pasís esta tarde por casa a echar un trago.

EMIGRANTE.- Gracias, se agradece. Allí nos tendrás al nochecido a darte la murga.

 

ESCENA TERCERA

Queda el escenario vacío. Se oye al coro cantar:

Pasimisí, pasimisá,
por la puerta de Alcalá.
Los de alante corren mucho;
los de atrás se quedarán.
Pasimisí, pasimisá...

Mientras dura la canción, van apareciendo en escena: el pastor (con las manos en los bolsillos, traje de domingo y boina) y MOZO DE ALCOZAR (liando un cigarro de picadura al que dirige su mirada) se adelantan en el escenario y quedan cuchicheando en uno de los extremos.

Llega CHICO AMERICANO haciendo fotos a troche y moche, CHICA AMERICANA pasando hojas del diccionario desesperadamente y CHICA AMERICANA 2 escribiendo en la libreta. Se colocan los tres en el extremo contrario.

Pasan al centro del escenario el emigrante, su mujer y los dos niños.

PASTOR.- (a MOZO DE ALCOZAR y mirando hacia el cielo) Digo yo que, o mucho me equivoco, o tendremos agua antes de que acaben las fiestas.

MOZO DE ALCOZAR.- ¡No jodas, Melquiades, pues, si llueve nos hace la santísma!

PASTOR.- ¡Mia, po que...! (mirando hacia donde ha aparecido MOZO DE ALCOZAR 2 que llega con una visera y le acaba de propinar un manotazo en el hombro) ¡Coño, Sebastianón, que majo que te has puesto, viés más mudao que una novia! y ¿ande ti'has mercao esa cachucha?

MOZO DE ALCOZAR 2.- Pues, pa' que lo sepas, no me ha costao un duro.

MOZO DE ALCOZAR.- A'éste le regalan visieras así que asoma en cualquier pueblo de la comarca. Tié pa' dar y tomar, vamos, pa' parar un tren.

PASTOR.- (mirando hacia la bragueta de MOZO DE ALCOZAR 2) Parece que hoy has untao, ¡eh!

MOZO DE ALCOZAR 2.- ¿Yooo?

MOZO DE ALCOZAR.- A éste a'más de regalarle visieras le meten las mozas a la cama, ¿que te has creído tú, ahora te desayunas?

PASTOR.- No, si... a fanfarrones no sus gana naide. Luego, como los demás, sus quedaráis a verlas venir.

MOZO DE ALCOZAR 2.- Me quedo a dos velas. Vamos, que no sé qué chanzas os traís conmigo. Pero... ¡mecagüen la!, que os arreo un moquete que os dejo tiesos.

PASTOR.- ¡Vaya, ya será menos, hombre! que no vamos a tener una desgracia en fiestas. Vamos, digo yo.

MOZO DE ALCOZAR.- Que llevas la sacristía abierta, haragán. Que te pones bien majo y luego te se olvida esconder la minga.

MOZO DE ALCOZAR 2.- (subiéndose la cremallera del pantalón) ¡Ay ma, pues si lo menos hace dos horas que he ido a orinar! (suelta una carcajada)

PASTOR.- ¿De qué te ríes tú ahora, morugo, más que morugo?

MOZO DE ALCOZAR.- De nada. Eso son cosas mías (salen del escenario los tres al tiempo que MOZO DE ALCOZAR sigue diciendo) Anda, vamos a echar una cerveza a la Peña, que digo yo que habrá que hacer gasto.

MOZO DE ALCOZAR 2.- ¡No te amuela, con lo que nos sale ahora éste! Pues a mí esta mañana me han sacao doscientos duros las del Santísimo. Han llegao las Santorras, mi'han cantao el mancebito y... a apoquinar tocan.

PASTOR.- ¡Vaya ocurrencias! Claro que... de algún sitio tién que sacar las perras pa' arreglar el lavadero y to' lo que dice que quién hacer. Mira, a mí mismamente también me han sacao los cuartos esta mañana. Me ha agarrao la Piporras cuando iba a soltar las ovejas y, dale que te pego, que si hay que colaborar, que si patatín, que si patatán. En resumidas cuentas, que me ha enganchao aquí este lazo (se señala el pecho donde lleva una pegatina) y... veinte duros pa'l bote.

ESCENA CUARTA

Se acerca el grupo de turistas americanos al borde del escenario. Miran a un lado y otro desconcertados. Se adelanta también la vieja (sin que se vea su cara) va de un lado a otro gritando:

MADRE DEL PASTOR.- ¡Manuelaaa, Manuelaaa, maldecía, perico, ande si'habrá metido este zamarro! ¡Manuelaaa, Manuelaaa! Todo el día de zascandil y la casa sin aviar. Como dos y dos son cuatro que ésta lleva hoy que arrascar. La voy a arrear una somanta palos que se va a alcordar hasta del día que nació.

 

 

 

CHICO AMERICANO.- (acercándose a la vieja) Señowra, puede decir dónde comprar nosotros un guía tuwrística y vídeo de la guewra de las mowros.

MADRE DEL PASTOR.- (dirigiéndose al público) ¡Menuda guasa que se gastan éstos! (volviéndose hacia CHICO AMERICANO) Mire, eso no se lo puedo decir. Eso, si un caso, pregúntelo a los que llevan un cartel tal que así (se señala el lado derecho del pecho), que son los qui'han organizao el cotarro. Ellos le podrán indicar dónde se vende eso que usté quié comprar.

CHICA AMERICANA.- (a CHICO AMERICANO) Joe, darling, ¿podremos tener al fin nuestro guía turística?

CHICO AMERICANO.- No te pongas pesada, cariño, que aquí no nos sirve de nada ser americanos.

CHICA AMERICANA 2.- Pewro nosotros necesitamos un guía turística para ir a Peidra Sil.lada.

MADRE DEL PASTOR.- Yo creo que lo único que se precisa es coger el coche de San Fernando y... carretera y manta.

CHICA AMERICANA.- Y qué howrawrio de partida tener ese coche.

MADRE DEL PASTOR.- El que ustedes gusten. No tién que pedir permiso a naide. Aquí se suele decir que un ratito a pie y otro andando.

CHICA AMERICANA 2.- ¡Oh, que feliz soy! I'm very, very happy! ¡Por fin podremos llegar a Peidra Sil.lada y acabar mi tesis doctoral sobre las algawradas de la Wreconquista!

Se sientan los tres en el escenario y sacan de la mochila unas latas de Coca-Cola

ESCENA QUINTA

Se colocan en la parte central del escenario el emigrante y su familia. Se vuelve a oír el coro de canciones populares:

A la jineta, la reina,
que nunca se peina;
Un día se peinó,
siete piejos se sacó

EMIGRANTE.- (a su esposa) Tendremos que ir a casa del Melquiades.

MUJER DEL EMIGRANTE.- ¿Quién es el Melquiades?

EMIGRANTE.- Pues quién va ser: el pastor.

MUJER DEL EMIGRANTE.- Lo he visto pasar hacia la Peña hace un rato.

EMIGRANTE.- En ese caso, aguardaremos a que se deje caer por aquí.

NIÑO.- ¿A dónde tenemos que ir, papá?

EMIGRANTE.- A ca'el Melquiades, ese pastor con el que hemos estado esta mañana.

NIÑA.- ¿Y nos dirá qué es eso del pingo, pingo?

MUJER DEL EMIGRANTE.- Tú vas y se lo preguntas. No creo que tenga ningún inconveniente en decírtelo.

Aparecen en escena tres chicas vestidas con el traje regional.

NIÑO.- Mamá, mamá ¿por qué llevan esos vestidos esas chicas?, ¿es que van a hacer teatro como en el cole?.

NIÑA.- ¡Que no, que no te enteras de nada! Que es el traje que se usaba cuando la abuela Timotea era joven.

NIÑO.- ¿A que eso es mentira, mamá?

MUJER DEL EMIGRANTE.- Bueno, no creo que la abuela Timotea haya usado esas sayas, pero su madre o su abuela supongo que sí.

Aparecen dos niños guiando sus redonchas.

NIÑO.- Papá, papá ¿qué es eso que llevan esos chicos?

EMIGRANTE.- Esas son redonchas. Era uno de los pocos juguetes que teníamos cuando yo era chico.

NIÑO.- ¿Y tú también tenías radonja?

EMIGRANTE.- Se llama redoncha. Re-don-cha. Y teníamos todos. Nos las hacíamos nosotros mismos del culo de un cubo, que aquí se llamaba caldereta.

NIÑA.- ¿Y para qué servía?

EMIGRANTE.- Pues para eso que estas viendo, para jugar. Nos juntábamos una catropada de chicos y echábamos carreras para ver quién llegaba antes a algún sitio sin que se le cayera la redoncha.

NIÑO.- ¡Qué diver!

 

 

Aparece el pastor poniéndose la boina.

PASTOR.- ¡Qué hay, familia! ¿Cómo se está pasando el rato?

MUJER DEL EMIGRANTE.- ¡Hola, Melquiades!, aquí estamos con Miguel que está contando a los chicos cosas de cuando él era joven.

PASTOR.- (hacia EMIGRANTE) ¿Qué, Miguelillo, nos acercamos a casa para que veáis a la Nicolasa? (volviéndose hacia MUJER DEL EMIGRANTE) Es mi mujer; la Nicolasa digo. ¿Qué te apuestas a que entodavía anda trastiando para dejar todo más reluciente que una patena?

NIÑA.- Mamá, mamá, ¿nos podemos quedar aquí un ratito?

MUJER DEL EMIGRANTE.- Bueno, pero no os separéis el uno del otro.

EMIGRANTE.- Y, si os cansáis... ¿veis aquella puerta pintada de color verde? (ambos niños asienten con la cabeza) Pues allí estaremos.

Salen los niños por el un lado del escenario y sus padres y el pastor por el otro. Los turistas americanos cogen la mochila y se van (haciendo fotos y mirando a las chicas vestidas con traje regional). Éstas también desaparecen seguidas de los chicos de las redonchas. Se oye el coro cantar:

Por el puente La Vid
no se puede pasar,
porque dicen los freiles:
arrincónamela.
Y arrincónamela,
y échamela a un rincón:
si es casada la quiero
y si es soltera mejor.

 

ESCENA SEXTA

Una mesa y cuatro sillas en el centro del escenario. En una esquina está una vieja sentada y haciendo ganchillo. Tiene un botijo al lado. Se oye gritar:

PASTOR.- ¡Nicolasaaa, Nicolasaaa, sal, mira a quién te traigo! ¡Nicolasaaa! ¿Dónde diantres se habrá metido esta mujer que no acude a la puerta?

Sube al escenario el pastor seguido por el emigrante y su esposa.

MUJER DEL EMIGRANTE.- (dirigiéndose hacia donde está la vieja y agachándose sobre la labor de ganchillo) ¡Madre mía, vaya una labor que hace usted!

MADRE DEL PASTOR.-¡Mia, a ver, como ya no valemos pa' otra cosa!

EMIGRANTE.- ¡Ande, ande, tia Merenciana, que ya quisiera yo estar así a sus años!

MADRE DEL PASTOR.-¿Y quién es usted? Yo ya no conozgo a la mitá de la gente. Como no puede valerme y casi salgo de casa...

PASTOR.- El Miguelillo, madre, el chico del Niceto.

MADRE DEL PASTOR.-¡Válgame María Santísma, hijo! Si cuando te fuistes no abultabas un tanto así (levantando la mano en la que sujeta el ganchillo y señalando cierta altura).

EMIGRANTE.- Y ésta es mi mujer, abuela. Ésta es de Los Pardillos, vamos, hija del Mamerto y la Timotea.

MADRE DEL PASTOR.- ¡Ave María Purísima!, anda que no me alcuerdo yo veces de tu abuela Remigia. Menudas las tuvo que pasar la pobre para sacar siete hijos adelante. Y, dime, hija, a ver... la Remigia andará también muy averiada.

MUJER DEL EMIGRANTE.- Aún se tiene tiesa, no se crea. Lo único... que anda muy mal de la vista y que ya va para los noventa.

MADRE DEL PASTOR.- Pa' noventitrés voy yo. El día de Santa Sinforosa los cumpliré si Dios quiere.

PASTOR.- Madre, ¿sabe a'nde anda la Nico?

MADRE DEL PASTOR.- Y yo que me sé. No te puedo decir. Pero hace un rato andaba trastiando por la dispensa.

PASTOR.- Tomai siento, que voy a dir a ver si encuentro a esta condenada de mujer.

Aparece Nicolasa con una cesta de huevos en la cadera, una punta del delantal sujeta en la cintura y un pañuelo a la cabeza (atado atrás) en el que se observan goterones de jalbegue.

EMIGRANTE.- (abrazando a Nicolasa) ¿A que no sabes quién soy yo?

MUJER DEL PASTOR.- Pues, ahora mismo no caigo, vamos, que no te reconozgo, aunque...

EMIGRANTE.- Mírame bien y dime de memoria los misterios dolorosos.

MUJER DEL PASTOR.- ¡Ay, periñán, periñán, hasta la letanía te voy a enseñar yo a ti!

EMIGRANTE.- Aquí la Mercedes, mi mujer (se besan Mercedes y Nicolasa)

PASTOR.- (dirigiéndose a Nicolasa) ¡Pero bueno, mujer, que te has quedao ahí como una panolis! ¿Es que no vas a convidarles a unas pastas?

MUJER DEL PASTOR.- A'ra voy, chico, que entuavia no me se ha pasao la sorpresa (mirando hacia EMIGRANTE y MUJER DEL EMIGRANTE) Pero, sentáisus, que sus vamos a cobrar igual.

PASTOR.- ¡Anda, que no te ha querido a ti la Nico ni nada! Si te digo que hasta más que a sus propios hijos, no te miento. ¡Menuda llantina agarró cuando sus fuisteis!

Aparece Nicolasa con una bandeja con vasitos pequeños y una botella de anís Castellana. De una de sus manos cuelga una bolsa de galletas.

EMIGRANTE.- Yo también os he extrañado, no te vayas tú a pensar. Y menos mal que allí, en Madrid, no tuve que rezar el rosario, porque... si no, no sé quién me hubiera enseñado los misterios dolorosos.

MUJER DEL PASTOR.- ¡Mia, como que no salías de esta casa! De recién nacido ya te traía tu madre con la pucherilla de las sopas al amanecer, ¡como ella tenía que ir al campo!, y iba yo y te metía con nosotros en la cama.

PASTOR.- ¡Mecagüen el chico del demonio! Me echaste una meada un día que me tuve que mudar hasta los canzoncillos. ¡Menos mal que era de la parte verano, si lleva a ser ivierno y con los yelos que caían entonces...!

MUJER DEL PASTOR.- (retirando una silla y sentándose al tiempo que se quita el pañuelo de la cabeza) ¡Coña! estoy hecha unas zarrias. He estau jalbegando la dispensa y llevo más mierda que'l palo un gallinero. Pero... (mirando fijamente a EMIGRANTE) no te puedes hacer idea de la alegría que me has dau, hijo. Estoy más contenta que unas castañuelas.

 

ESCENA SÉPTIMA

Los mismos personajes que en la escena anterior. El pastor da la vuelta a la silla y se sienta a horcajadas. Miguel hace lo mismo y quedan los dos frente a frente y hablando en voz baja.

MUJER DEL PASTOR.- ¡Deje la labor, abuela, y arrímese a comer una pasta!

MADRE DEL PASTOR.-(suspirando profundamente) ¡Ay, Dios, Dios! Con lo golosa que yo he sido y ahora dice don Demetrio que no me sientan bien los dulces.

MUJER DEL PASTOR.- ¡Mia, monsergas! Que to' los médicos son unos matasanos. Te arreglan el hígado y te estrompan el bazo.

MADRE DEL PASTOR.-(dejando la labor en el canastillo que tiene al lado y acercando la silla hasta la mesa) Antes, cuando pasábamos más hambre que el perro un gitano, no teníamos chicha. Y ahora que tenemos de sobras... no nos deja el médico comer porque dice que nos sube la tensión. Pero, como decía la difunta Hilaria ─en-pa-descanse─ que pa' poca saluz más vale morir.

MUJER DEL PASTOR.- ¡Déjese de cuentos agüela! que... cuanto más tardemos en ir al hoyo, mejor que mejor.

MUJER DEL EMIGRANTE.- Usted, señora Emerenciana, debe saber muchas cosas de la batalla de Piedra Sillada.

MADRE DEL PASTOR.- ¡Mia, yo...! ¿Que quieres que sepa si sólo fui a escuela cuando no tenía que hacer de borreguera. Ahora que mira, sin ir más lejos, ante-antiayer vinieron unos señores de Madriz y dijeron que eso no venía ni siquiera en las encicopledias. Y estuvieron hablando bien d'ello, no te vayas a creer. Lo menos una hora estuvieron ahineso en la Plaza. Y mira que me gusta enterarme, porque el saber no ocupa lugar, pero luego me se va ya el santo al cielo y no me alcuerdo de la mitá.

MUJER DEL PASTOR.- Dijeron que si la mujer del conde ese, del Garci-Fernández o como se llamaría, que si era una pelandusca que miraba más por el oro de los moros que por atender su casa.

MUJER DEL EMIGRANTE.- ¿Saben quién era esa mujer?

MADRE DEL PASTOR.- No sé cómo dijo que se llamaba.

MUJER DEL PASTOR.- Eva o un nombre algo aparecido.

MADRE DEL PASTOR.- No, no, Eva como nuestra primera madre no, que me sonó a mí como a nombre de hortaliza.

MUJER DEL PASTOR.- Pues tendrá usté razón, abuela, pero ahora no caigo.

MADRE DEL PASTOR.- Ava, Ava creo que se llamaba esa grandísma zorra.

MUJER DEL PASTOR.- ¡Abuela! Mire que se va a ir usté a las calderas de Pedro Botero.

MADRE DEL PASTOR.- Ya sabes, Nicolasa, que yo to' la vida he llamado a las cosas por su nombre. Al pan, pan; y al vino, vino.

MUJER DEL PASTOR.- No creas, Mercedes, que ha venido gente de mucho mérito y muchas letras a hablarnos del conde ése.

MUJER DEL EMIGRANTE.- Ya me lo imagino. Por lo que tengo entendido, fue un personaje importante en su época.

MUJER DEL PASTOR.- Sí, pero, por los visto, le cascarón la gorra los moros aquí en Piedra Sillada.

MADRE DEL PASTOR.- ¡Coña, no le iban a cascar! Pues si dice que los cristianos no llegaban a cuatro gatos y que los moros traían una panda de gente como de aquí a la mojonera Langa.

MUJER DEL PASTOR.- Y luego, pa' postres, el hijo; el del conde digo. Abuela ¿cómo se llamaba el hijo 'el conde? ¡Qué memoria la mía!

MADRE DEL PASTOR.- Aguarda, que lo tengo en el pico de la lengua. ¡Ah, ya, Sancho! Sancho dice que se llamaba el mostagán ése.

MUJER DEL EMIGRANTE.- ¿Y qué pasó con el hijo?

MUJER DEL PASTOR.- Pues na' más y na' menos que dice que quiso envenenar a su propia madre.

MADRE DEL PASTOR.- Ya lo dice el refrán: cría cuervos...

Se oye un pregón en "off":

Por orden
del señor presidente del canal,
se hace saber...
a regaderas mañana,
a las ocho de la mañana,
bajo la multa de cincuenta pesetas.
Cuento en la calle Rial.

MUJER DEL EMIGRANTE.- ¿Qué es eso?

MUJER DEL PASTOR.- Nada, hija, que avisan a regaderas. ¡Anda que vaya cacho ocurrencia que ha tenido el Menegildo de avisar a arreglar los aminos estando tu'el personal en fiestas!

PASTOR.- (hablando hacia Nicolasa) Me paice que la Mercedes se ha quedado a verlas venir. ¿No sabes que en la capital no se estila eso de las regaderas?.

EMIGRANTE.- No te lo pienses, Melquiades, que mi mujer es muy lista y sabe de este pueblo más cosas de las que tú te supones.

MUJER DEL EMIGRANTE.- Estamos muy a gusto con vosotros, pero tendremos que ir a ver qué hacen los chicos por la Plaza.

PASTOR.- Bueno, pero mañana os pasáis por aquí, que os convido a limonada.

MUJER DEL PASTOR.- El Melquiades, no es porque lo diga yo, pero hace la limonada divinamente. Yo creo que le sale al que mejor de to'l pueblo.

PASTOR.- ¡Vaya, mujer, menos mal que lo reconoces por una vez en tu vida!

MUJER DEL PASTOR.- ¡Será mostrenco! ¿Y cuándo t'he negao yo que te sale la limonada de rechupete?

Se despiden todos y queda el escenario vacío. El coro entona la canción:

El rey moro tiene un hijo,
el rey moro tiene un hijo,
que Tranquilo se llamaba, ay, sí,
que Tranquilo se llamaba,
que Tranquilo se llamaba...

 

ESCENA OCTAVA

Suben al escenario los americanos y se sientan en el suelo con latas de Coca-Cola en la mano. Los dos niños del emigrante juegan al pasimisí. Aparecen los padres y se quedan parados observándolos. Llegan los dos mozos del pueblo y miran a los americanos con sorna. Se oye de nuevo el pregón.

CHICO AMERICANO.- Nancy, querida ¿qué ha dicho ese señor tan pintoresco?

CHICA AMERICANA 2.- ¡Oh, Joe! Yo creo que este pueblo goza de una soberbia organización. Creo que tienen unos preciosos jardines dentro de cada casa pero, como en estos meses de verano hay mucha sequía, nadie debe regar sus flores hasta que el presidente del municipio ordena que así se haga. Y, cuando ese ujier que grita se lo comunica a los ciudadanos, cogen todos una regadera y riegan sus plantas.

CHICA AMERICANA.- ¿Estás segura, querida Nancy, de que se trata de eso?

CHICA AMERICANA 2.- Lo he leído miles de veces en mis libros, Betty.

CHICO AMERICANO.- Pues yo no he visto jardines por ningún sitio.

CHICA AMERICANA.- Los deben de tener dentro de casa ¿verdad, Nancy? Cuando estuvimos en Andalucía todas las viviendas estaban llenas de flores.

MOZO DE ALCOZAR.- (hablando a MOZO DE ALCOZAR 2) ¿Has oído eso?. Es para desternillarse de risa. Estos americanos serán muy leídos, pero no entienden ni jota de las cosas d'este pueblo. ¡Mira que la ocurrencia que ha tenido la gachí esa...!

MOZO DE ALCOZAR 2.- Y que se irán contando que aquí tenemos tiestos hasta debajo la cama, talmente como si fueran orinales

Se retiran los mozos y se colocan en el centro del escenario, de cara al público, los dos niños con el emigrante y su mujer, uno a cada lado. Los padres colocan una mano sobre el hombro de sus hijos y dicen con la cabeza inclinada hacia los chicos.

EMIGRANTE.- Mirad, hijos, tenéis que estar atentos y escuchar lo que dice la gente de este pueblo y observar lo que hacen.

MUJER DEL EMIGRANTE.- Ellos saben, mejor que nadie, como hablaron y vivieron nuestros antepasados.

EMIGRANTE.- Y hay costumbres que un día u otro desaparecerán, pero que vosotros deberéis recordar, porque en ellas se encierra buena parte de la vida de vuestros padres y de vuestros abuelos.

MUJER DEL EMIGRANTE.- La historia la hacen los hombres. Pero todos, todos los hombres, cada uno en el pueblo donde nace, vive o trabaja. La verdadera historia es patrimonio de la humanidad.

Mientras los emigrantes van diciendo cuanto antecede, se acercan lentamente los restantes actores, el pregonero, los chicos de la redoncha, las chicas de los trajes regionales y las componentes del coro, enlazan sus manos, las levantan y gritan a un mismo tiempo:

¡Viva Alcozar!

 


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