Al abrigo de
hercúleas rocas,
en serena
cumbre,
otrora
vigilante y guerrera,
emerge con
vigor de cima
una atalaya
austera.
Pétrea
arquitectura ,
herida , antaño,
por un corazón de esfera,
esparces hoy
en cuadrada geometría
el eco de tu
tañer tranquilo.
Saludando con
tu melodía
a quien está
en la siega,
a quien por
las veredas pasea,
a quien el
huerto riega,
a quien sacia
su sed
con el vino
de las bodegas.
Faro en el
mar de la meseta,
quién como tú
pudiera ser
tenaz testigo
de tantos
atardeceres espléndidos,
arroparse de
cielo estrellado
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y despertar
con aromas de espliego.
En tus
manecillas se oculta
la alegoría
del tiempo:
los sueños
traicionados,
las
esperanzas cumplidas
Y el devenir
que aún queda.
Que tu
cadencia nos acompañe
muchos años,
Que a tu compás
desgranemos
los días.
Que tu
susurro nos envuelva
al calor de
la lumbre,
entre risas
de niños
y cuentos de
abuelos,
donde afloran
vocablos perdidos
y pierde la
noche su luto,
y nos hace a
todos duermevelas
tarareando,
ensoñando tu nombre:
Alcozar
Alcozar ...
qué bien suenas.
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