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COFRADÍA DE LA VERACRUZ (II)

por Divina Aparicio de Andrés (1979)

 

 

pidiendo para "El Santísimo" (1995)

 

Este trabajo se centrará en las funciones que cumplía la Cofradía de la Veracruz en el ritual propio de la Semana Santa. [*]

Muerto Cristo durante los oficios del Jueves Santo, se colocaba una imagen del crucificado sobre el suelo de la iglesia parroquial, enfrente de lo que en la jerga local se denominaba "molumento"[1] y que consistía en un altar adornado con flores blancas  confeccionadas con papel de seda y con lienzos de este mismo color que ocultaban las imágenes que usualmente lucían en las hornacinas.

A partir de ese momento, los cofrades mayores de edad debían montar guardia, turnándose cada dos horas y comenzando el velatorio los más jóvenes. Esta guardia se prolongaba ininterrumpidamente hasta los oficios del entierro de Cristo, que tenían lugar el viernes por la noche.

El cumplimiento de las obligaciones contraídas por los cofrades con respecto al velatorio estaban establecidas de forma consuetudinaria y en base a una rígida división por sexo y por edad.

Asimismo, el lugar a ocupar dentro del recinto del templo estaba rigurosamente prescrito: los lugares más próximos al altar mayor eran ocupados por las autoridades civiles alcalde, concejales, juez de paz, etc. y por los representantes de las cofradías de la Veracruz y del Señor, así como por los de la Hermandad de Labradores y Ganaderos. A continuación tomaban asiento los escolares separados por sexo seguidos por las mujeres y, por último, los hombres. Sólo se permitía la mezcla de ambos sexos en el coro, y esto únicamente en los oficios cantados.

La obligación de velar revestía mayor rigurosidad en el caso de los varones mayores de edad. Las mujeres casadas solían permanecer orando y cantando ante el monumento hasta la hora de preparar la cena. No nos ha sido posible recopilar estos cánticos, pero, a juzgar por el título de los mismos: "el carro", "el reloj", etc., nos inclinamos a pensar que en ellos se combinaban los temas religiosos y los elementos profanos.

Los jóvenes de ambos sexos mozos y mozas permanecían en la iglesia durante un par de hora, tras lo cual dedicaban el resto de la tarde a sus usuales paseos de los días festivos. Mientras que los escolares combinaban los ratos de oración y cántico con los juegos al "escondelerite" [2] o a la ruleta en la plazoleta de la puerta de la iglesia.

A continuación transcribimos algunas canciones que hacen alusión a la Cofradía de la Veracruz y que eran propias del día de Jueves Santo.

Jueves Santo, Jueves Santo,

tres días antes de Pascua,

cuando el Redentor del mundo

a sus discípulos llama.

Les llama de uno en uno,

de dos en dos les juntaba;

así juntos, les decía,

de esta manera les habla:

¿Cuál de vosotros, cristianos,

morirá por mí mañana?

Se miran unos a otros,

ninguno daba palabra.

Contesta San Juan Bautista,

que predicó en la montaña:

Yo moriré por mi Dios

antes hoy que no mañana;

que si muriese por otro,

muriera de mala gana,

pero muero por mi Dios,

y a mí no se me da nada

En el monte del Calvario

las tres Marías lo aguardan:

la una es la Magdalena,

la otra es su hermana Marta,

la otra es la Virgen pura,

la que más dolores pasa.

La una le lava los pies,

la otra su bendita cara,

la otra recoge la sangre

que Nuestro Señor derrama.

Acudan al "molumento"

y a su santa cofradía[3]

verán cómo arde la cera

en el templo de María

con las limosnas que ha dado

en estos cuarenta días.

La última estrofa se refiere a las cuestaciones que tenían lugar durante todos los domingos y días festivos a lo largo de la cuaresma, y que corrían a cargo de cuatro de las muchachas que durante aquel año abandonarían la escuela por cumplir la edad de catorce años. Estas cuatro muchachas, denominadas "las del Santísimo", recorrían las casas de la aldea cantando estrofas alusivas a los Evangelios y recogiendo algunas monedas y unos cuantos huevos —los huevos fueron considerados, hasta hace escasos treinta años, como moneda con valor de cambio que se empleaban en la compra de las velas que debían arder en el monumento durante la Semana Santa.

"Las del Santísimo" llevaban las andas con la Virgen de los Dolores durante la procesión del día de la Pascua de Resurrección. Este hecho podría ser considerado como otro de los ritos de pasaje propios de la aldea, por el cual las jóvenes abandonaban el grupo de los escolares para pasar a formar parte del de la mujeres en edad procreativa. Desde este momento, eran estas jóvenes y todas las de su mismo grupo de edad las personas idóneas para transportar las imágenes de la Virgen en sus distintas advocaciones, ya que, por una asociación simbólica entre la figura de María y la virginidad, esta tarea fue encomendada tradicionalmente al grupo de las mozas. De tal manera que sólo la desempeñaban las mujeres casadas en caso de que el número de solteras fuera insuficiente.

Ni que decir tiene que la virginidad era exigida a toda mujer que no hubiera contraído matrimonio. Y hasta tal punto sancionaba la comunidad cualquier desviación de conducta al respecto que, el simple hecho de que se pudiera dudar de la virginidad de una joven era motivo suficiente para que los aldeanos especialmente las mujeres criticasen duramente a la moza que alzaba de las andas en estas condiciones.

 

"El Niño" (1993)

 

Asimismo, eran cuatro de los "quintos" quienes portaban las andas con el Niño Jesús durante la aludida procesión del día de la Pascua. La comunidad consideraba como mayores de edad y, por tanto, como "hombres hechos y derechos", a los jóvenes que hubieran cumplido el servicio militar, lo que, una vez más, nos lleva a considerar la "mili" como otro de los ritos de pasaje vigentes en la aldea. Desde ese momento, los varones eran admitidos en las meriendas de la cofradía y podían asistir a las sesiones del Ayuntamiento y de la Hermandad de Labradores y Ganaderos.

En los cánticos de las cuestaciones a los que nos estamos refiriendo se mezclan, una vez más, los elementos religiosos con los profanos. Encontramos, asimismo, la constante que alude a que si se desea recibir los favores del cielo, hay que estimularlos mediante las contribuciones y ayudas materiales.

A continuación transcribimos unas estrofas que pueden ser significativas de cuanto venimos afirmando, y que eran cantadas por "las del Santísimo" a los mozos.

Mancebito, mancebito,

yo te diré, de esta forma,

que Cristo crucificado

viene a pedirte limosna.

A este noble caballero

le pedimos con franqueza

que eche mano a su bolsillo

y nos dé una pesetas.

Dásela, se la has de dar;

no se la debes negar;

viene con la cruz acuestas,

acabando de expirar.

Ya nos ha dado limosna

con su mano derechita; [4]

Dios le dé salud y gracia

y, en esto, una buena chica.

Ya nos ha dado limosna

con su mano poderosa;

Dios le dé salud y gracia

y, en esto, una buena moza.

En un intento de respetar y reproducir el acervo cultural por una parte y, con el propósito de encubrir y hasta justificar todo aquello que pudiera ser interpretado como puro interés material por otra, encontramos la siguiente estrofa que cantaban también "las del Santísimo":

No venimos por la perra[5]

ni tampoco por el huevo,

venimos por la costumbre

que ha habido siempre en el pueblo.

Otra de las canciones de Semana Santa que hace alusión a la Cofradía de la Veracruz es esta que transcribimos a continuación:

En el doloroso "intierro" [6]

de aquel justo, ajusticiado,

que por culpa sino tuya

quiso morir en el palo.

Cual campanas clamorean

los invisibles peñascos;

que es bien que las piedras hablen

de tan lastimoso caso.

Viste el sol bayeta negra

y la luna monjil basto[7]

capuces[8] da cielo y tierra,

que son del cielo creados.

La Madre colgó el luto

en las paredes del Calvario,

y el templo pesar mostró

sus vestiduras rasgando.

Las hachas[9] son amarillas,

pues los celestiales astros,

como vieron su luz puesta,

amarillos se tornaron.

De la caridad vinieron

a enterrarle los hermanos,

y los de la Veracruz

con otros le trasladaron.

Angustias y soledad

al entierro acompañaron,

que era su madre cofrade

y es la primera que ha entrado.

Que no vino la clemencia;

que de doce combinados,[10]

uno sólo se halló en él:[11]

que era el difundo amado.

Para amortajar el cuerpo

de un piadoso cortesano,

de limosnas por mortaja

y de inocencia un retrato.

Hizo la Madre el "azaite" [12]

de sus ojos lastimados,

derramando agua bendita

y el "Pater Noster" rezando.

Con dolorosos ungüentos

unge su cuerpo llagado;

de los vasos de sus ojos

mirra alarga destilando.

Llevan al difunto Dios

en los dolorosos brazos,

con lamentables suspiros,

tristes lágrimas llorando.

Llegan al sepulcro ajeno,

y, ¡qué pensamiento sabio!,

que para sólo tres días

basta un sepulcro prestado.

Abrió el sepulcro la boca

al recibir al Dios Santo,

que aun las piedras se comulgan

y han de temblar comulgando.

Almas vende a los herejes

de Jesús enamorado,

si yace por tus amores

muerto, herido y desangrado.

Mira sin luz a la luz,

sin vida a quien te la ha dado;

condenando al Salvador

por salvar al condenado.

Mira, por ti Cristo ha muerto,

y que muerto y enclavado[13]

te dice: "¡Ay, esposa mía!

aunque estoy muerto, te amo".

Mira estos rojos pies,

mira este rostro escupido

y este cabello arrancado.

Mira esta boca herida,

mira este cuerpo azotado

y esta cabeza sangrienta

y este pecho alanzado[14].

Éntrate en estas heridas,

mas, ¡Ay!, que sangre ha brotado

y cierta señal, alma mía,

que eres Tú quien nos ha hablado:

"Yo te perdono mi muerte

como llores tus pecados;

que estoy para perdonar

y, aunque muerto, no cansado".

"Cesen ya las sinrazones;

alma, olvida lo pasado,

que será hacer de tus yerros

otra lanza y otros clavos".

"Acábanse con mi muerte

tus culpas y mis agravios,

porque es ofrecer a un muerto

los corazones villanos".

"De tus culpas y mis llagas

los dos quedaremos sanos

al derramarse sobre ellas

ira de dolor amargo".

"Alma, mis heridas cura

con ese bálsamos santo,

y las tuyas, que tú hiciste,

las podrás curar llorando".

"En el pilato[15] de tus ojos,

clamen manjar de tu llanto;

podrás decir que a un muerto

pudo dar vida este llanto".

"Ámame tú como debes

y viviremos entre ambos:

tú enterrándote conmigo

y yo en ti resucitando".

 

Es muy difícil poder interpretar algunas de estas estrofas, pues, transmitidas por tradición oral de generación en generación, han ido sufriendo progresivas mutaciones y deterioros y han llegado hasta la incoherencia interna que encontramos en ciertas frases, tal vez debido a que el alcozareño, desconociendo el significado exacto de algunas palabras, sustituyó los vocablos originarios por otros de mayor uso en el lenguaje de la aldea, pero cuidando únicamente que se mantuviera la rima y sin preocuparse de la idea expresada.

Es muy habitual tanto en los rezos como en los cánticos que se produzca este fenómeno de deformación, ya que en ambos casos importó poco el sentido de las palabras.

Estas estrofas eran cantadas durante el Entierro de Cristo, alternándose el sacerdote, los hombres y las mujeres.

A pesar de las dificultades interpretativas aludidas, sería interesante hacer una investigación sobre el simbolismo astral de este cántico ya que, como en muchos otros, aparecen el sol, la luna y los astros, dándose una simbiosis entre el sol y el género masculino por una parte, y la luna y el género femenino por otra.

 

Procesión del día de La Pascua (ca. 1974)

 

Además, vemos a lo largo de todos los versos un claro intento de que el aldeano reconozca su culpabilidad ante la muerte de Cristo. Y, asimismo, existen referencias suficientes como para poder suponer que en el pasado fueron los miembros de la cofradía de la Veracruz quienes se encargaron de llevar a efecto el ritual correspondiente al entierro de Cristo, que tenía lugar la noche de Viernes Santo.

Para finalizar, añadiremos que el día de Jueves Santo se celebra una merienda de hermandad similar a la descrita con motivo del día de la Cruz[16]. Si bien en este caso se sustituye el cordero por bonito o atún y huevos duros, y el vino  por limonada[17].

Harris señala que:

"Los tabúes alimenticios y las especialidades culinarias pueden perpetuarse como hitos entre las minorías étnicas y nacionales, y como símbolo de identidad del grupo independiente de cualquier selección ecológica activa a favor o en contra de su existencia".

Esto podría explicar, por ejemplo, la pervivencia de la elaboración de limonada durante la Semana Santa, o la de las viandas que portan los cofrades para celebrar sus meriendas.


B I B L I O G R A F Í A

BISHKO, Ch.J.: "El castellano hombre de llanura", en Homenaje a Vicéns-Vives,

Vol. I. Facultad de Filosofía y Letras, Barcelona, 1995

CAMPOS CARRANZA, F.: De las Hermandades al Somatén. Publicaciones Españolas. Temas  Españoles nº 326, Madrid, 1957 CAMPOS CARRANZA, F.: De las Hermandades al Somatén. Publicaciones Españolas. Temas  Españoles nº 326, Madrid, 1957

DÍAZ VIANA, L. y MARTÍNEZ LASECA, J.M.: "De hoy en un...año". Ritos y tradiciones de Soria. Diputación de Soria, Col. Temas Sorianos nº 21, Soria, 1992

HARRIS, M.: Vacas, cerdos, guerras y brujas: Los enigmas de la cultura,

Alianza Editorial, Madrid, 1980

TAX FREEMAN, S.: "Fe y modas en la religión española: Notas sobre la observación de la   observancia", en Ethnica nº 14, C.I.S.C., Barcelona, 1978


[1] Localismo usado por monumento.

[2] Localismo usado por escondite.

[3] Se refiere a la Cofradía de la Veracruz.

[4] Sería interesante hacer un análisis del significado de la mano derecha, pero queda fuera de los propósitos de este trabajo.

[5] Hace referencia a la moneda de perra gorda o perra chica que solían entregar los habitantes de Alcozar cuando pasaban la cuestación.

[6] Localismo usado por entierro.

[7] Traje de lana que usaban por luto las mujeres.

[8] Capa de luto que se llevaba en los duelos.

[9] Velas y cirios de fabricación casera.

[10] Se refiere a los doce apóstoles.

[11] En el entierro de Cristo.

[12] Localismo empleado por aceite. Suponemos que se refiere a los óleos sagrados.

[13] Clavado en la cruz.

[14] Traspasado por lanzas, alanceado.

[15] Pila pequeña.

[16] Ver el trabajo titulado Cofradía de la Veracruz (I)

[17] Especie de sangría típica de la región que se elabora y consume durante la Semana Santa.

 

[*] A pesar de lo que se aseguraba en los apartados de la Cofradía de la Veracruz y la del Señor: “Las únicas asociaciones de carácter religioso que han existido en Alcozar durante los últimos siglos han sido las cofradías: Cofradía de la Veracruz y Cofradía del Señor, ambas de ámbito local”, una revisión posterior de los documentos custodiados en el Archivo Histórico Diocesano de El Burgo de Osma, nos ha sacado de ese error. Además de las dos cofradías mencionadas, existieron en Alcozar por lo menos otras dos: la Cofradía del Rosario y la de la Virgen del Vallejo.


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