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"Anécdotas de vehículos"

 

Araceli Puentedura Muñecas (1995)


 

ANÉCDOTA PRIMERA

Un día... pero aquello lo hizo aposta el Juan José. Resulta que estaban ahí sentadas las mujeres mayores. Estaba la tia Daría, que estaba ya muy torpe y casi podía andar, y otras mujeres más. Y va el Juan José, coge el tractor y se dirige hacia ellas. Y no veas como se levantaron todas las viejas, y eso que estaban torpes. En cuanto vieron el peligro, arrearon todas a correr y chillaban: "¡ay, Dios, que viene aquí, que viene aquí!". Pero que se levantaron todas como una flecha, que después comentamos: "mira estas mujeres, que dicen que no pueden andar, y con qué agilidad se han levantado y se han marchado".

 

ANÉCDOTA SEGUNDA

Florentino, el año pasado, verás lo que hizo con el tractor pequeño que tenemos. Dejo el tractor ahí toda la mañana, porque se ve que ese día no le necesitaban para labrar. Total, que yo estuve toda la mañana saliendo y entrando y no vi nada. Hasta que el tractor se fue poco a poco, poco a poco... Y estoy yo haciendo la comida, oigo ruido y digo: "pues el Florentino ya ha venido". Salgo a la calle y me encuentro el tractor que se había plantado tal que ahí, en las puertas del corral de la Reyes, y se había quedado parado en ese pedrusco que hay. Se paró en esa piedra, pero, si no, se había caído a la cuneta. Y menos mal que no había nadie en las puertas del corral, que ahí se pone el Valentín al sol muchos días.

¡Anda que, si llega a haber alguien, la armamos buena!. Y yo decía: "¡Florentino, Florentino!". Pero qué Florentino ni que demonios, si resulta que no iba nadie conduciendo el tractor.

 

ANÉCDOTA TERCERA 

Estaba entonces de maestra Doña Albita, que era muy buena moza y hermana de Don Enrique, otro maestro que había estado también aquí, en Alcozar. Y resulta que un día vino Doña Albita con unos amigos que creo que eran de Soria. Llegaron y dejaron aparcado el coche ahí, en la calle Real, y se ve que no pusieron bien el freno.

Mi cuñada y yo veníamos de echar las ovejas, que entonces iba de pastor el marido de la Enriqueta. Y yo me quedé a echar los bichos ahí en el corral y a recoger ropa que tenía tendida. Y mi cuñada Claudia traía una burra que tenía, así como cárdena que decimos, con unas aguaderas en las que habíamos llevado agua y en las que traíamos unas ovejas.

Y bueno, yo me quedé ahí en el corral. Y el coche, como lo dejaron con el freno mal puesto, pues arreó cuesta abajo él solo. Y decía el pastor: "¡me cago en la leche, pero ese sinvergüenza, es que no nos ve, o qué!". Y el coche, nada, cuesta abajo. Y el pastor que decía: "pero si va haciendo lo mismo que hace la burra". Y hasta que se cayó el coche, porque entonces hacía mucho terraplén la carretera. Cayó ahí donde la cochera del Mariano y, cuando lo vio el pastor, decía: ¡me cago en diez, ojalá se hubieran matado!.

Y luego, pues claro, tuvieron que ir a llamar a Doña Albita y a sus amigos para que viniesen a sacar el coche. Y todos empujando para arriba, pero menudas risas que nos pasamos, porque mi cuñada decía, antes de caer el coche terraplén abajo: "¡pero si no viene nadie, tío; pero si viene el coche solo!". Y el pastor: ¡me cago en la leche, como los agarre les doy con la cachava!.


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