Pueblo
nuestro, de montañas y colinas,
de
parajes rocosos y barrancos,
y
en el seco estar de tus encinas
un
contorno de aliagas entre cantos.
Como
un ser, esta tierra pionera
que
al pasar de sus años tiene encanto,
como
dijo aquel pobre: "quién pudiera
ser
un ser y no arrastrado llanto".
Es
el entorno, la soledad,
el
murmullo del viento aquí en lo alto
y
el inclinado del matorral
cuando
se oxigena el campo.
Cada
vez que en lo alto me siento
y
te miro y observo tu encanto,
me
reflejas tu fiel documento
con
la fe de que mucho en ti hay,
¡dime
cuánto!
A
lo lejos, una sombra de montañas
apoyadas
una en otra cual colinas,
y
entre ellas el barranco que se ensaña
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del
temporal del invierno en la roca hendida.
En
tu monte vegetan las encinas,
los
enebros y varios matorrales,
y
es mojón con las allá vecinas
tierras
y campo de otras entidades.
Mas...
aquí, en tus propiedades
y
en lo bajo del terrón:
sembrados,
viñedos y naturales
purifican
tu sazón.
Dando
así fruto, esta tierra
compensando
el sudor del labrador
y
mordiendo con los dientes de la sierra
la
madera del monte por el leñador.
Terreno
de tu sufrida estancia,
que
tu vista no ha venido al alzar,
me
parece una fuerte nostalgia
por
el amor que te tengo, Alcozar.
Mas
despido el mirar que tenía,
y
otro día poderte abrazar;
mi
cabeza esta tarde perdida
por
quererte a ti siempre ensalzar.
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