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Luisa Alonso Romero
Vivir ¡Qué bien se vive en el pueblo! y qué paz te da la vida. Ya estamos en primavera y vienen los pensionistas a disfrutar del verano hasta pasar las vendimias. ¡Qué bien se vive en el pueblo! y qué paz te da la vida. No te da tiempo a aburrirte ni a tener monotonía. Las mañanas, los quehaceres: comprar y hacer la comida. Por las tardes, de paseo y un rato con las amigas; y si se ha de terciar, nos echamos una brisca. Las noches, has de cenar, conversar con la familia; las noticias de la tele o lo que pasa en el día. ¡Qué bien se vive en el pueblo! y qué paz te da la vida. No te da tiempo a aburrirte ni a tener monotonía. Te da tiempo a hacer memoria de tu vida en la niñez y de cuando eras mocita. ¡Lo bien que te lo pasabas en las fiestas, matanzas y vendimias! ¡Que si me ha mirado aquel...! ¡Y aquel qué piropos decía...! ¡Y aquel qué bien que bailaba...! Y entre charlas y entre risas, se van pasando los años y parte de nuestras vidas. Y, aunque sientes la nostalgia de que se pasa la vida, lo comentas con tus hijos y con tus nietos algún día. Lo dices con añoranza, pero con mucha alegría de que vives en el pueblo. ¡Y qué paz te da la vida! |