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"Á MI PATRIA"

Versos de Fr. Conrado Muiñoz Sáenz (Septiembre de 1883). Publicados en La Ilustración Católica del 15 de febrero de 1886.

 

 

Á MI PATRIA

¡Patria mía, patria mía,

De Soria bendita tierra,

Cuanto ilustre, desgraciada,

Cuanto desgraciada, bella!

Desde las tristes llanuras

Del nebuloso Pisuerga,

Vengo á verte, patria mía,

Tras largos años de ausencia.

¡Cuán dulce me es renovar

Tantas memorias risueñas,

Tantos ensueños dorados

De la edad de la inocencia!

Arrodillarme, en la ermita

Do al gran Saturio veneras,

Y donde mi dulce madre

Dictó mi oración primera;

Besar la cruz so la cual

La resurrección esperan

Los restos de mis abuelos

Que Dios en su gloria tenga;

Postrarme humilde á los pies

De aquella Virgen morena

A quién á amar me enseñaron

Y á invocar en la edad tierna.

Ver tus calles y tus plazas

Y del Duero las riberas,

Donde, como yo otros días,

Tiernos niños juguetean;

¡El jardín donde corrí

En las estivales siestas

Persiguiendo mariposas

Entre aromas de azucenas...!

Aquí, al mirar esconderse

En una tarde serena

El gran luminar del día

Tras de las vecinas sierras,

En mi corazón de niño

Sentí por la vez primera

Eso que dicen que sienten

Los que han nacido poetas.

Las cántigas que escribí,

Hoy me sonrío al leerlas;

Pero aun tienen no sé qué

Encantos que al alma llegan.

Apenas pongo los pies

En esta bendita tierra,

¡Tantas ideas me acuden!

¡Tantos placeres me anegan...!

Ansioso de ver montañas,

Mi espíritu se embelesa

Mirando al Pico de Frentes

Alzar sus formas esbeltas.

Para admirarla una vez

Es la llanura muy bella;

Mas ¡ay...! ¡parece un desierto

De soledad y tristeza!

Aquí es más puro el ambiente,

Aquí es el aura más fresca:

Parece que las montañas

Están del cielo más cerca.

Dulcísimas emociones

Hallo en la casa paterna;

Padres, hermanos, parientes

Que obsequiosos me rodean.

Y á cada paso que doy,

Memorias que me conmuevan,

Y labios que me sonrían,

Y manos que se me tiendan.

Niño abandoné tu seno;

¡Tan bella para mí eras...!

He visto más: vuelvo joven,

Y hoy me pareces más bella.

Yo tengo una pobre lira,

Y tengo sangre en las venas;

Ésta, para amarte siempre,

Y para cantarte aquélla.

Te llaman pobre y oscura,

Patria mía, y te desprecian...

¡También desprecian á España

Las naciones extranjeras!

Ni vive de pan el hombre,

Ni cuando de pan viviera

Á tus hijos les faltara

Si desgraciada no fueras.

Aun hay madera en tus bosques

Y pastos en tus dehesas,

Tesoros en tus entrañas,

Mármoles en tus canteras.

Mas no envidies los verjeles

De Andalucía y Valencia;

Que no es mengua la desgracia

Ni es deshonor la pobreza.

Madre de ilustres varones

En las armas y en las letras,

Dechado de la hidalguía

Y solar de la nobleza;

Eres cristiana, eres noble,

De cien lauros heredera,

Y aun postrada, eres señora,

Y aun destronada, eres reina!

Tienes nevadas montañas

Y cañadas pintorescas,

Prados cubiertos de flores,

Pinos de verdura eterna.

Arroyuelos que sonríen,

Torrentes que se despeñan,

Y manantiales que brotan

Las encantadas cavernas.

Al pie de los campanarios

Donde anida la cigüeña,

Cual bandada de palomas

Se cobijan tus aldeas.

Aquellas casitas blancas,

Tan limpias cuanto modestas,

Son venturoso teatro

De patriarcales escenas.

Allí en el extenso hogar,

Al resplandor de una tea,

Oyen al trémulo anciano

Que antiguas historias cuenta,

Niños de negros ojuelos,

Y madres de faz risueña,

Mancebos de hercúleas formas,

Vírgenes de tez morena.

Y allí, cantando en el valle,

Guía el pastor sus ovejas

Entre el aroma silvestre

Del romero y la ajedrea.

Y bajo de un sol radiante

Brilla el rocío en las hierbas,

Trisca el cordero en el prado,

Canta el pájaro en la selva.

Y allí se cree y se ama,

Y se trabaja y se reza,

Y una cruz tiende los brazos

Sobre la cuna y la huesa.

Tienen torres bizantinas,

Murallas y callejuelas,

De esas que desprecia el vulgo

Y que encantan al poeta.

Atalayas cuyos muros

Cubren el musgo y la hiedra,

Castillos de hadas poblados

Y poblados de leyendas.

Campos y valles y ruinas,

De grandes recuerdos llenas,

Teatros de heroicas luchas

Y de homéricas proezas.

Numancia, Lucia, Augustóbriga,

Segeda, Uxama y Termancia,

Gormaz, Calatañazor,

Alcozar y San Esteban.

Medinaceli, Almazán,

Del Duero entrambas riberas,

Y los campos de Araviana

Y de Idúbeda las sierras.

¡Cien rocas en cada monte,

Y en cada roca una cueva.

Y en cada cueva una historia,

Y en cada historia un poema!

¡Patria mía, patria mía,

Eres grande y eres bella,

Y aun postrada, eres señora,

Y aun destronada, eres reina!

Hoy á tus brazos he vuelto:

Mañana... dejarte es fuerza;

Pero cuando yo te olvide

Se habrá de secar mi lengua.

Patria: que Dios te bendiga,

De Soria querida tierra,

Cuanto ilustre desgraciada,

Cuanto desgraciada bella.

 

Fr. Conrado Muiños Sáenz

Septiembre de 1883


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