. Museos

. Exposiciones

. Talleres

. Artesanía

. Pintura

. Escultura y Diseño

. Restauración

. Literatura

. Peñas

 

COLABORADORES

PÁG. PRINCIPAL

PORTAL ALCOZAR

"CAMPOS DE ANDALUCÍA"

 

A TODOS MIS ALUMNOS DE ALCOZAR, A QUIENES TUVE EL PRIVILEGIO DE IMPARTIR CLASE.

Antonio García Molina ( noviembre 2014)

 

foto: mayo 2004


 

Era invierno. Aunque al subir para clase colgaban algunos chuzos (carámbanos) de las canaleras, dentro de la escuela se estaba confortablemente gracias a la eficaz estufa de leña que, como todos los días, un par de alumnos se habían encargado de encender media hora antes del comienzo de la clase con los buenos tacos (rajas) de encina que el Ayuntamiento se encargaba de traer y que se almacenaban en una habitación trasera del edificio.

Había que agilizar la imaginación para, en algún momento, impartir algo que fuera asumible a la práctica totalidad del alumnado, dado que en la clase estaban todos los de edad escolar (entre 6 y 14 años). Algo así como veinticinco. Aquel día uno de los alumnos mayores (acaso Arturo), leía en voz alta en un libro de lecturas una descripción del campo en la que apareció una frase: “El canto del boyero…”. Se paró y pregunto: “Don Antonio, ¿y qué es un boyero?” Me cogió a contrapié porque para mí, la palabra era tan novedosa como posiblemente para quien la hacía y contesté lo primero que se me ocurrió: “Pues será algún pájaro que así lo llaman por ahí”. Emilín saltó diciendo: “Es el hombre que lleva bueyes”. “Tal vez sea eso. Luego lo miramos en un diccionario”. Así quedaba zanjado el tema momentáneamente y se terminó la lectura. Entonces el lector me preguntó: “Y, ¿cómo es el campo en su tierra?”. En el mismo libro venía una parte de la poesía “La lechuza” de Antonio Machado y le invité a que leyera, aclarándole que el autor, andaluz de nacimiento, había impartido clases en el Instituto de Enseñanza Media de Soria y tenía poesías muy bonitas sobre los campos sorianos, pero que no olvidaba los de su tierra. Cuando terminó de leer, les pedí que cerraran los ojos y repetí las estrofas:

“Sobre el olivar,

se vio a la lechuza

volar y volar.

. . .

 Campo, campo, campo,

entre los olivos,

los cortijos blancos.”

 

“Pero no toda Andalucía es así - proseguí –. Mi Almería es árida y seca, con el único desierto que hay en Europa. Allí se dice que el sol pasa el invierno. Con muchas montañas y nieve en varias de ellas. Y sus playas de arena fina. Y el cielo siempre azul …” No continué porque sentí un nudo en la garganta que me lo impedía. Y es que se ama el terruño más cuando, lejos de la patria chica, la evocamos con nostalgia. Como había llegado la hora del recreo, salimos a la plaza a jugar al fútbol en la modalidad, como no, de “patada a seguir”.

 

foto: c. 1965


Atrás ] Arriba ] Siguiente ]