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LOS POLLOS

por Beatriz García Puentedura (2004)

 

 

gallina "culeca" (2004)

 

En casi todas las casas de Alcozar se criaban pollos para el gasto. Para ello se esperaba a que alguna de las gallinas estuviera culeca, es decir, que hubiera sido cubierta por el gallo. En Alcozar siempre hemos dicho culeca, aunque creo que su nombre es clueca o llueca. Se notaba que estaba culeca porque cacareaba de forma diferente, con una voz más ronca.

Si salían culecas varias gallinas, se dejaban las que se considerase necesarias para empollar y a las otras se les quitaba la culequera. Una de las formas de hacerlo consistía en meter la gallina de cabeza en una caldereta con agua fría varias veces. Había que hacerlo con tiento para que la gallina no se ahogase. Era nada más meterla y sacarla rápidamente. Con ello la gallina perdía el calor o temperatura. Si esta operación no daba resultado a la primera, se repetía varías veces durante los días siguientes. Otro método consistía en poner la gallina debajo de un cunacho durante tres días. Se colocaba una piedra sobre el cunacho para que no pudiera salir y no se le ponía comida. Pasado ese período se volvía a soltar al corral con el resto de las gallinas.

Para echar huevos a una gallina culeca se preparaba una cesta o un cunacho con paja limpia y se colocaban encima los huevos. Se solían poner de 13 a 17, siempre un número impar (aunque nadie sabía el porqué) y que no fueran demasiados para que la gallina los pudiera cubrir bien con su cuerpo y las alas. También se elegían los huevos según se quisiera que salieran pollos o pollas. Esto se notaba por la prendedura. Se cogían los huevos y se miraban al trasluz, y si la prendedura estaba en un lado o en el otro se tenía casi la seguridad de que saldrían machos o hembras. Otra forma de conocer de antemano el sexo era que de los huevos más redondos salían pollas y de los más alargados pollos. Se esperaba que llegase el buen tiempo, porque, como dice el refrán: “mayo frío, malo para pollos y bueno para trigo”.

A continuación se ponía la gallina culeca encima de los huevos y cerca de la cesta se colocaba comida y agua para que no tuviera que levantarse hasta los comederos y bebederos, evitando así que los huevos se enfriasen. En mi casa se colocaba la gallina culeca en la cámara, que es la parte más alta de la casa, justo debajo del tejado, en algún rincón que tuviera luz para que viera comer. Como en las cámaras sólo había una ventanas pequeñas que no tenían cristales, se ponía una redecilla para que la gallina no pudiera salirse.

La incubación duraba 21 días y, pasado ese período, la gallina iba marcando los huevos con el pico para romper la cáscara y facilitar que salieran los pollos.

 

pollos (1994)

 

A continuación se metía la gallina y los pollos en un cajón aparente y se colocaba en algún sitio caliente, porque a los pollos recién nacidos les sienta mal el frío y pueden hasta morirse. Por eso, si cuando nacían resultaba que el tiempo era malo, había que ponerles calor. Y se preparaba su primera comida, que consistía en pan mojado en agua y arroz. Esta alimentación duraba hasta que se soltaban los pollos al corral.

El cajón de los pollos era un cajón corriente de madera al que se quitaba uno de los laterales, que se sustituía por una lambrera. De esta forma se podían sacar los pollos al sol sin que se escapasen. También se solía tapar la parte de arriba del cajón con una manta, porque, como ya he dicho, los pollos necesitan bastante calor cuando son pequeños. Este cajón se tenía que limpiar bien todos los días. Se colocaba un cartón para facilitar la tarea de limpieza y encima dos latas pequeñas, de las de las sardinas o cualquier otra conserva. En la una se ponía agua limpia y en la otra la comida, que consistía en pan esmigado y arroz. Si hacía mucho frío, el cajón se tapaba con una cubierta o manta de campo, dejando una esquina abierta para que entrara la luz y los pollos y gallina pudieran respirar. Por la noche se metían en un cunacho con paja en el fondo y también se tapaban bien para que no cogieran frío, colocando el cunacho en algún sitio caliente, por ejemplo, en la cuadra de los machos, pero teniendo cuidado de que no les molestasen los demás animales. A veces, si hacía mucho frío, se les dejaba toda la noche en la cocina, al lado del rescoldo de la lumbre.

Permanecían en el cajón aproximadamente un mes, y después se soltaban en el corral con el resto de las gallinas. Cuando comenzaban a crecer, enseguida se distinguían los pollos de las pollas por el tamaño de la cresta y de las mermellas. Los pollos tienen la cresta y las mermellas más grandes.

Las pollas se dejaban hasta que se hacían gallinas y comenzaban a poner huevos. Y los pollos se reservaban para las fiestas patronales, para la temporada que duraba la siega y, los más grandes, se comían durante la Navidad.

Actualmente ya no se crían pollos, aunque las familias que pasan bastantes meses en el pueblo los compran de pocas semanas y los engordan en el corral. La carne es mucho más gustosa que la de los pollos de granja.


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