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Pedro Delso y El Quijote

por Eduardo Bas Gonzalo (2005)

 

 

Pedro Delso Rupérez, natural de  San Esteban de Gormaz, tras pasar por la Escuela de Artes y Oficios de Soria, marchó a Barcelona, y luego a París y de nuevo a Barcelona, hasta recalar definitivamente en Alfaz del Pí (Alicante), donde murió en 1994, mientras San Esteban de Gormaz le nombraba hijo predilecto.

         Allí, en Alfaz del Pí, puede visitarse su casa-museo, reconocido como tal museo por la Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana desde enero de 1998. Su obra, que incluye pintura, cerámica y escultura tiene en el triangulismo su mayor aportación; y es la originalidad en el tratamiento de los distintos temas lo que puede motivar la mayor sorpresa del visitante o espectador.

         Varios son los temas recurrentes en su obra de entre los que destacaríamos tres o cuatro: El toro y el gallo por un lado y Napoleón y el Quijote, por otro. Y ya que estamos en año cervantino, prestemos especial atención a este último, pues es seguramente, el primer motivo inspirador de un joven Delso cuando todavía no había salido de las lindes municipales de san Esteban de Gormaz. En efecto, no en vano, hay familia suya que todavía recuerda como a falta de lienzos se dedicó a decorar las paredes de su casa sanestebeña con dibujos de Quijotes.

Desde muy joven, el personaje de don Quijote es otra plasmación omnipresente, casi obsesiva, en todos sus trabajos. Y es que don Quijote es la personificación de la aventura, la quimera, la transposición de la realidad y, al mismo tiempo, de la búsqueda de la justicia y la resolución de los agravios perpetrados.” tenemos dicho en alguna otra crónica sobre Delso.

 

         

            Prueba de que nunca abandonaría este motivo es el par de molinos que hizo construir en esa su casa-museo de Alfaz del Pí a modo de apartamento para invitados. O esa cueva de Montesinos, cercana a la casa, que hacía las veces de bodega depositadora de unos buenos caldos con los que agasajar a los invitados. En ese paseo por el museo no faltará un mural cerámico con un Quijote como protagonista, ni tampoco, frente al molino, un Quijote metálico en vela permanente ante los molinos de viento con una paellera por escudo.

Pero incluso fuera del museo pueden todavía contemplarse Quijotes delsianos realizados por este artista soriano, como por ejemplo, el Quijote que arribase allá por 1968 a Barcelona por la estación de metro “Diagonal” o el que luce la Plaza de España de Benidorm.

         Sin embargo, para conocer un poco más a este soriano, al que nuestro cronista provincial dedicase allá por 1980 un libro a modo de ensayo sobre su persona y su obra, no hay mejor recomendación que acercarse hasta Alfaz del Pi, y dejarse invadir por las sensaciones que sin duda le producirá el paseo por el museo. Allí estará para ayudar al curioso observador, Signe Aasen, la gran mujer que estuvo al lado de Pedro y gracias a la cual encontró la paz interior necesaria  para dar rienda suelta a la creación de Pedro Delso, ese artista soriano y universal, creador del triangulismo y genio de proyección internacional.