BARBEROS Y CURAS
por Valentina Morales Alonso (1994)
maquinilla de barbero
Cuando mi marido tenía la barbería, se cobraba muy poco ─¡y tan poco!─ por cortar el pelo dos "riales"[1], y por la barba tres celemines de trigo en todo el año.
También el trigo valía poco en aquellos entonces. La fanega de trigo a lo mejor valía veinte pesetas o cinco duros. Pero mira ahora... ─¡recoño si te llevan dinero por cortarte el pelo!─ Ahora llevan lo suyo.
En la barbería se tenían navajas, se tenía también la máquina, colonias, el paño para que no quedase el pelo en la ropa, brochas, palanganas...
Como los barberos iban a trabajar al campo, las barberías sólo se abrían el sábado y el domingo.
Había un convenio de todo el pueblo. Unos pagaban a dinero y otros a grano, igual que hacíamos con el sacristán. El sacristán por tocar al alba, a misa y a todo eso cobraba... creo que también tres celemines de trigo. El médico también cobraba en grano por aquel entonces y no sé si también el señor cura.
A quien también dábamos grano era a las monjas. Venían las hermanitas del Burgo y las dábamos unos judías, otros grano... Es como cuando se pagaban los diezmos de la iglesia. Nosotras no hemos llegado a eso, pero por Los Santos, cuando los responsos[2], la una llevaba un canastillo de trigo y otras... pues daban dinero. Era todo para el cura.
Cuando paría alguna, era el cura el que se comía la gallina. Mira, cuando íbamos a confesar, el señor cura nos daba un papel, y luego venía con las cuentas y se le daban huevos. Luego, se ponía en la ventana y contaba las mujeres que estaban en estado, y decía: "hay tantas..., pues tantas gallinas", o pollos, o conejos, lo que fuera. Y ahora se llevan todo lo que quieren. De lo que se da a la Virgen, se llevan la mitad ellos. Son muy egoístas. Los curas aprenden antes lo malo que lo bueno. Son muy listos.
Aunque los curas han sido aquí, en Alcozar, muy formales.
Cuando éramos pequeñas se subía don José a arreglar las goteras del tejado y, ¡claro!, se recogía la sotana. Y entonces no sé lo que nos parecía a nosotras eso de que el señor cura llevara pantalones. Nosotras, como llevaba sotana, nos creíamos que llevaría vestidos y enaguas.
[1] Reales.
[2] Oraciones por los difuntos.