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OFICIOS DESAPARECIDOS

por Montse Martínez Barba y Pedro Aparicio de Andrés (1994)

 

 

el último "tendero" de Alcozar (que también fue zapatero) ante el camión que le suministraba los "coloniales"

 

En los años 30 Alcozar contaba con un comercio de telas, otro de comestibles, un zapatero, un sastre, un herrero, dos barberos y un electricista. Posteriormente hubo una época en la que el número de establecimientos fue ampliado, existiendo dos tiendas de comestibles, dos panaderías y tres barberías. Por el contrario, durante los últimos cuarenta años han ido desapareciendo paulatinamente la mayor parte de los oficios que habían venido desarrollándose a lo largo de los siglos. Una muestra de esta decadencia es este trabajo que, si no de forma total y exhaustiva, recoge buena parte de esas profesiones hoy extinguidas en Alcozar: sacristán, herrero, vaquero, pobrero, estanquero, gaitero, barbero, muletero, guarnicionero, viñadero, etc.

Al barbero al igual que a todas aquellas personas consideradas como "funcionarios o empleados del municipio y del concejo" se le pagó por el sistema de "iguala". Consistía ésta en tres celemines de trigo y una carga 5 gavillas de leña, lo que daba derecho al cliente a afeitado una vez por semana y corte de pelo tantas veces como lo creyera necesario. Los no igualados generalmente los chicos debían pagar 10 céntimos cada vez que iban a la barbería a cortarse el pelo.

Al pueblo acudían vendedores de pescado por la mañana y esporádicamente algún componedor que arreglaba toda clase de objetos deteriorados: desde orinales, cubos y baldes, hasta fuelles, peroles, palanganas y paraguas; cacharreros con sus burros cargados de tarrizas y botijos; y unos individuos que, con una máquina rudimentaria, fabricaban fideos de casa en casa.

A toda esta serie de personajes antaño familiares se unía el pellejero, los compradores de hierros y antigüedades, los capadores y alguien muy típico de la región: el "coplero".

Los copleros eran tullidos o disminuidos físicos que recorrían los pueblos entonando coplas que relataban los sucesos escabrosos ocurridos en toda España y cantando algunas baladas de moda. La letra de las canciones era vendida impresa en unas cuartillas de diversos colores por el módico precio de 50 céntimos allá por los años 60. Además de las coplas, portaban dentro de sus alforjas: agujas capoteras de ojo dorado, toda clase de utensilios de costura y para máquinas de coser; calendarios y almanaques y, por último, unos libritos que los aldeanos denominaban "reportorios", en los que se indicaban las previsiones meteorológicas y ciertas anotaciones sobre las fases lunares. Para su traslado de una aldea a otra se establecía un adra entre los habitantes de Alcozar y éstos, cuando les llegaba el turno, tenían la obligación de transportar al coplero en una caballería hasta el pueblo limítrofe al que éste deseara desplazarse.

El pobrero, que cobraba iguala del municipio, tenía a su cargo el dar asilo a los pobres de solemnidad que llegaban a la aldea, debiéndoles entregar agua y sal. Entre sus obligaciones se incluía también la de permitir al mendigo en cuestión que permaneciera sentado al lado del fuego y que durmiera en el pajar.

Otra de las profesiones hoy desaparecidas es la de sacristán. En Alcozar, la persona que ejercía como tal debía ocupar buena parte de la jornada en cumplir su cometido. Subía al campanario situado en la  ermita a tocar al alba cuando amanecía; a mediodía a las doce de la mañana; y a las oraciones y al rosario por la tarde. Esta serie de toques se veía incrementado los sábados y "vísperas de guardar", ya que el sacristán debía voltear las campanas anunciando que el día siguiente se consideraba festivo. Asimismo, debía tocar a arrebato cuando se declaraba un incendio.

Aunque los panaderos siguen existiendo y las panaderías son cada vez más numerosas en las ciudades, este oficio como el de tendero desapareció hace algunos años en Alcozar, aldea que es abastecida en la actualidad por los vendedores ambulantes que llegan desde Langa de Duero y San Esteban de Gormaz los días que tienen establecidos.

Cuando en Alcozar existieron tiendas, éstas no se diferenciaban de la demás casas de la vecindad. No tenían escaparates, pero todo el mundo sabía lo que se vendía allí.

 

    

maleta de zapatero

 

Los tenderos compraban lo que se producía en el pueblo: huevos, cerdos y corderos, y lo revendían a aquellos aldeanos que lo necesitaban para su manutención. De tal forma que puede decirse que, en estos casos, actuaban como simples intermediarios entre unos campesinos que vendían y otros que adquirían el producto.

Desde que se impuso el sistema de abastecimiento mediante vendedores ambulantes, se paga la mercancía en el momento de efectuar la compra y siempre se entrega dinero. Por el contrario, cuando eran conciudadanos los propietarios de los establecimientos comerciales, la modalidad de venta "al fiado" era la más común. Eran escasas las familias que se dirigían a la tienda de comestibles o a la panadería con el dinero en la mano.

A efectos de llevar un control de deudas, los comerciantes se servían de un libro de cuentas en el que se destinaban varias hojas a cada una de las familias locales y donde se iban haciendo anotaciones de los artículos adquiridos y su precio, así como de la fecha en la que se efectuaba la compra. Estas cuentas se liquidaban cuando la familia en cuestión disponía de algún dinero procedente de la venta de trigo, remolacha, patatas o un cerdo.

Con cierta frecuencia se entregaban huevos a cuenta de la mercancía adquirida. Estos huevos eran revendidos a otros aldeanos que no tenían gallinas o que no cubrían sus necesidades de consumo. Cuando se creaba un excedente, los comerciantes lo llevaban a vender a San Esteban, aprovechando para ello el viaje semanal que hacían los tenderos a esta aldea con el fin de reponer mercancía.

Estas tiendas eran una especie de supermercado diminuto, ya que en ellas se podía adquirir desde los productos alimenticios hasta sellos, alpargatas, material escolar, bombillas, etc; en definitiva, todos aquellos artículos de primera necesidad suficientes para solucionar los problemas de abastecimiento de los aldeanos.

Alcozar también contó en tiempos pasados con carnicerías, "botica" [1] y hasta con un estanco cuyo propietario León Ramírez había sido el gaitero oficial del pueblo en sus años mozos y había divertido, con una simple gaita, a toda la juventud dispuesta a bailar a los compases de cualquier "valseo"[2]  y de alguna que otra jota.

La fragua debió existir en Alcozar desde tiempo inmemorial y era propiedad del municipio. Incluso recibe este nombre una calle de la aldea. A ella acudían a herrar las caballerías no sólo los habitantes de Alcozar, sino también los de las aldeas vecinas. Además, el herrero fabricaba llaves y reparaba todo el utillaje de labranza.

También se pagaba iguala al herrero para que "sacase bocas" a los arados romanos. Con el continuo laboreo las rejas adquirían un progresivo redondeo, y el herrero volvía a dar a éstas su forma original de horquilla o boca.

 

antigua fragua

 

La iguala a pagar era establecida en relación con las hectáreas de terreno que poseía cada campesino.

Durante los meses de mayo y junio, época en la que se binan las tierras, el herrero debía levantarse y comenzar su trabajo dos o tres horas antes de amanecer para tener las rejas reparadas antes de que los labradores salieran al campo, evitando así que los labriegos perdiesen parte de su jornada esperando que sus arados estuvieran a punto. Emilio Hontoria ha sido el último herrero con que ha contado la aldea.

Y para terminar, añadiremos a esta pequeña lista de oficios desaparecidos el del tamborilero. Pero ni se trataba de un tamborilero normal, ni el tambor carecía de peculiaridades. El tambor se denominaba "tambora" en femenino y lo tocaba el tio Mariano en el momento de "alzar a ver a Dios" de las misas de algunos días señalados; en las procesiones de los terceros domingos de mes; y alrededor de las bodegas que circundan el castillo cuando se cernía barruntaba una tormenta.


[1] Farmacia.

[2] Desconocemos la ortografía de esta palabra. La hemos escrito con "v" por suponer que deriva de vals y de valsar.


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[ oficios desaparecidos ] el estanco ] el sacristán ] el pobrero ] el pan y el panadero ] barberos y curas ] gitanos ]