| REGADERAS - Regaderas, por Susana Morales Carballo y Edelmiro Morales del Amo (1994) - Ir a regaderas, por Paco Pastor del Amo (2001)
esperando "el cuento" para ir "a regaderas" (1995)
por Susana Morales Carballo y Edelmiro Morales del Amo El alguacil del pueblo avisaba a regaderas por las calles tocando un instrumento musical de viento llamado corneta, y utilizando el pregón en el cual decía que había que ir mañana de regaderas. La convocatoria de vecinos (que se denominaba cuento) se realizaba en la Plaza del pueblo o en la calle Real. El alcalde fue la primera persona que dirigió dicho cuento; después se encargó al presidente de la hermandad, siendo los trabajos a realizar la mejora y el mantenimiento de caminos, limpiar las regueras y el canal, arreglar la presa del río Duero y alguna reparación similar. La tarea se repartía en cuadrillas de diez o más hombres para cada lugar. Las mujeres quedaron siempre al margen de estos trabajos. El presidente del canal ordenaba los trabajos cuando las mejoras que había que hacer correspondían a limpieza del canal o las acequias para regar las fincas de la Vega, el Soto y la Parrilla. Cuando los hombres del pueblo se disponían a arreglar los caminos se llevaban nueve o diez carros. Aquellas personas que no iban a estos trabajos se les imponía unos determinados castigos (una especie de multas) como: - pagar un dinero, - volver otro día a hacer las nombradas tareas, - o se hacía una revisión de las faltas de asistencia y se contaba a los vecinos. Las herramientas que se utilizaban para realizar estas tareas eran: palas, "zadillas"[1], hoces, dalle[2] y azadas. [1] Azadilla, azada pequeña. [2] Guadaña. Herramienta para segar a ras de tierra, formada por una hoja muy afilada y terminada en punta, con un palo largo que se maneja con las dos manos.
por Paco Pastor del Amo Se iba a regaderas cuando se necesitaba hacer algún trabajo en algún sitio de El Común, por ejemplo: arreglar caminos, limpiar aguaderos o el canal y las regueras, etc. Para avisar a regaderas el alcalde mandaba al “aguacil” que echara el bando. El “aguacil” cogía su corneta y la hacía sonar tres veces seguidas cada cierto tramo de calle o en las esquinas que él tenía ya determinadas con el fin de que se enterase todo el pueblo. En el bando se decía el sitio al que se iba a ir; la hora a la que se haría el cuento (se pasaba lista de asistencia) y en qué lugar (si en La Plaza o en la Calle Real); y las herramientas necesarias para el trabajo que se iba a realizar. Por ejemplo, unas veces avisaba que se llevarían “zadillas” y palas curvas, y otras azadones de astil largo. Si el trabajo así lo requería, se llevaban también carros o burros para el transporte de tierra, piedra o madera. Tenía que acudir a regaderas un hombre por cada casa. Las viudas quedaban exentas de estos trabajos comunitarios, pero tenían que llevar la comida a los hombres si éstos iban a regaderas para todo el día.
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