Buenas tardes, Don José,
y todos los que hay presentes;
cantaremos a los novios
si ustedes nos lo consienten.
A esta casa hemos llegado
con intención de cantar,
si no quieren que cantemos,
nos volveremos atrás.
Licencia pido a los novios
y también a la madrina,
y a los padres de los dos,
para cantar a esta niña.
Buenas tardes a la una,
buenas tardes a las dos,
buenas las tengan ustedes,
mis compañeras y yo.
Hemos tenido noticias
de que os habéis casado;
mis compañeras y yo
la enhorabuena os damos.
Sea para servir a Dios,
sea para muchos años.
A todos los de esta casa
la Virgen les acompañe,
y a nosotras Dios del cielo,
que hemos venido a cantarte.
Esta mañana temprano,
antes de salir el sol,
os marchasteis a la iglesia
a hacer vuestra confesión,
después volvisteis a casa
en compañía los dos.
En casa de vuestros padres
la bendición os han echado
a presencia vuestros tíos,
primos, parientes y hermanos,
y toda la demás gente
que os iba acompañando.
Con grande acompañamiento
a la iglesia habéis llegado,
donde allí todos reciben
el matrimonio sagrado.
Ya sale el sacerdote
a recibiros a ambos:
con la estola y el ritual
y la cruz en la otra mano.
Os ha preguntado a uno
y habéis contestado ambos,
si os queréis por esposos
y por amables casados.
Respondisteis: sí, señor,
sí queremos y otorgamos;
al mismo tiempo, el padrino
las arras os ha entregado.
Los anillos son los grillos,
las arras son las cadenas,
el platillo la humildad,
la estola la obediencia.
Entrasteis para adelante
con las manos agarradas;
subisteis la iglesia arriba
con amor y con agrado.
En la primera gradilla
os habéis arrodillado,
y aquel ministro de Cristo
a revestirse ha entrado,
y ha salido revestido
y al altar se ha acercado.
El “signova” que llevasteis
cuando fuisteis a ofrecer,
significa la fe viva
que os habéis de tener.
Después de tocar a Santos,
el padrino os ha llamado,
y con la sagrada banda
a los dos os ha cruzado.
Habéis de considerar,
con agrado y con amor,
que también la banda tiene
mucha gracia y bendición.
Doncella fuistes a misa,
pisando palmas y olivos,
y ahora ya estás casada
al lado de tu marido.
Doncella fuistes a misa,
pisando palmas y flores,
y ahora ya estás casada
al lado de estos señores.
Doncella fuistes a misa,
pisando flores y ramos,
y ahora ya estás casada
al lado de los casados.
Del cielo baja una carta
escrita en papel sellado,
la ha enviado Dios del cielo,
que os veáis en buen estado.
Del cielo baja una carta
escrita con hierbabuena,
la ha enviado Dios del cielo,
dándoos la enhorabuena.
Del cielo baja una carta
escrita con perejil,
la ha enviado Dios del cielo:
que no os deis que sentir.
Dios bendiga los manjares
que en esta mesa haya habido:
lo primero digo el pan,
lo segundo digo el vino
y lo tercero la carne
y todo cuanto haya habido.
Las mesas son de nogal,
los manteles son de lino,
los cubiertos son de plata,
los vasos de cristal fino.
Toda esta mesa está llena
de cuchillos y cucharas
y también lo estará
de caballeros y damas.
Florezcan todas las flores,
florezca la de la endrina,
y viva la bizarría
del padrino y la madrina.
Florezcan todas las flores,
florezca la de los olmos,
y viva la bizarría
de los padres de los novios.
Florezcan todas las flores,
florezca la del espliego,
y viva la bizarría
de todos los forasteros.
Florezcan todas las flores,
florezca la del nogal,
y viva la bizarría
de todos en general.
De los cinco mandamientos
que tiene la Iglesia Santa,
habéis recibido tres
sábado de esta mañana.
El primero penitencia,
el segundo comunión,
el tercero matrimonio,
sea para servir a Dios.
Con las palabras divinas,
el sacerdote os ha dicho
que os “amís” el uno al otro
como la Iglesia amó a Cristo.
A los señores padrinos
les debéis de dar las gracias,
que os han puesto en camino
de las bienaventuranzas.
En el mar hay una peña, |
de ella salió una fuente,
y de esta casa una novia
que le dice al sol: ¡detente!
Lo que te encargo (nombre del novio)
que la trates como hermana,
que te has venido a llevar
del árbol la mejor rama.
Lo que te encargo (nombre del novio)
que no la des que sentir,
que la han tenido sus padres
guardadita para ti.
Lo que te encargo (nombre del novio)
que nunca la des que hablar,
que la han tenido sus padres
como rosa en el rosal.
Qué alegre tenéis el manto,
más “tendráis” el corazón,
al ver que tenéis los padres
que han echado la bendición.
Ya te has casado (nombre de la novia)
ya te vas de nuestro lado,
te vas al de las casadas;
no te despidas llorando.
¡Quédate con Dios! (nombre de la novia)
ya nos has dejado solas,
pero no te dé cuidado
que detrás iremos todas.
El padrino de esta boda
es un poco fanfarrón;
se echará mano al bolsillo
y nos tirará un doblón.
La madrina de esta boda
es delgada de muñecas,
pero no nos da cuidado
porque nos dará galletas.
La madrina de esta boda
saque la novia a las eras
y allí se despedirá
de todas sus compañeras.
Salga la madrina, salga,
salga, vuelvo a repetir,
con una torta en la mano
y el cuchillo para partir.
Allá va la despedida,
de la buena, la mejor:
Jesucristo con su mano
os echó la bendición.
Allá va la despedida,
de todas, la más hermosa:
en el carrillo derecho
te ha florecido una rosa.
Señores de esta boda,
al padrino le den de duro,
que cuando va por la calle,
bien va tirando de puro.
La madrina está muy gorda
y en la mesa se sofoca,
darla una loncha de nabo
pa’que refresque la boda.
Adiós, sol, adiós,
adiós rosa, adiós clavel,
dale un abrazo al (nombre del novio)
que yo no lo puedo hacer.
Llevas pañuelo de Holanda,
camisa de serafín,
pero esta noche en la cama
os daráis buen revolquín.
Echaré la despedida,
la que traje de Belén:
que os gocéis muchos años,
por siempre jamás, amén.
El padrino de esta boda
es un poco fanfarrón;
se echará mano al bolsillo
y nos tirará un doblón.
Ustedes dispensarán
por lo poco y mal cantado;
que somos cortas de letra
y no lo hemos estudiado.
Los niños piden juguetes,
los pájaros libertad,
y nosotras, para todos,
salud y felicidad.
Y al señor secretario
gracias le vamos a dar,
que ha escrito el casamiento;
ha trabajado el que más.
Y también al sacristán,
no le dejaremos solo;
nos ha cantado la misa
esta mañana en el coro.
A la señora cocinera
gracias la damos ahora;
nos ha repartido el rancho
a todos los de la boda.
A los señores camareros
gracias les vamos a dar,
que han servido a la mesa
con mucha serenidad.
A los mozos de esta boda
¿qué les vamos a cantar?
que conviden a las mozas,
pocos les puede costar.
Los mozos que hay en la boda
se tienen por muy farrucos,
y tocante a convidar,
no se qui’en gastar un duro.
De qué les sirve llevar
la cartera en el bolsillo,
si nunca fuman tabaco
si no les dan un pitillo.
Mocitos que hay en la boda,
no seáis tan miserables,
convidarnos a las mozas
y no criticar a nadie.
Unos convidan a nueces,
otros “cacaus” y avellanas,
mientras van a la bodega
y sacan vino en la jarra.
A los padres de los novios:
que nos tengan compasión;
al terminar de cantar,
que nos saquen el porrón.
El padrino de esta boda
a los hombres da tabaco,
y a nosotras nos dará
una peseta en la mano.
Allá va la despedida,
ya no les cansamos más;
si en algo hemos ofendido,
creo nos perdonarán.
Y si no están muy conformes
de todo que se ha cantado,
para postres a la novia
que la hubieran puesto un nabo.
Echaré la despedida,
la que echan los de Belén:
que os gocéis por muchos años,
por siempre jamás, amén.
Allá va la despedida,
de todas, la más hermosa;
en el carrillo derecho
te ha florecido una rosa.
Allá va la despedida,
de la buena, la mejor;
Jesucristo son su mano
os eche la bendición.
Ustedes dispensarán
de lo poco y mal cantado,
que somos cortas de letras
y no lo hemos
estudiado. |