| ROMANCES (I) por Fe Puentedura Lafuente (1994)
gárgola conocida popularmente como "la cabeza del moro" (1991)
ROSINA ENCARNADA Ya venimos de la tierra de África, ya venimos de la tierra mora, porque todo lo trae el querer; ya venimos a tierra española. Me decías, Rosina Encarnada, me decías que no me olvidabas, y ahora vengo a casarme contigo y me encuentro que ya estás casada. Sí, es verdad que me encuentro casada y mis padres la culpa han tenido; me juraron de darme la muerte si seguía tratando contigo. Si tus padres la culpa han tenido y de muerte a ti te amenazaban, para qué es el papel y la pluma: para haberme sido declarada. Si te acuerdas del mantón de grana que del África yo te mandé... Sí, me acuerdo del mantón de grana y de varios regalos también. Si te acuerdas del pañuelo de seda que de novios yo te regalé, y ahora que me has olvidado, el pañuelo devuélvemele. Si te acuerdas del espejo de plata que yo en él tu retrato metí, y ahora que me has olvidado, que no puedo yo vivir sin ti. Si tu gastas puñal de dos filos y la muerte me vienes a dar, matarás una fiel criatura que en mi vientre inocente estará. Yo no mato a una fiel criatura, que es un ángel que vive inocente, de que nazca y en el mundo viva, yo a ti sola te daré la muerte. Ya dio a luz la Rosina encarnada una niña más bella que el sol, y Rosina la puso por nombre, porque así su padre lo mandó. A los quince días salió a misa, y su novio al encuentro salió. Ahora vengo, Rosina encarnada, ahora vengo a lograr mi intención. Si tu gastas puñal de dos filos y la muerte me vienes a dar, mira, mira que te llevan preso con la Guardia Civil por detrás. No me importa que me lleven preso, y al momento, rápido sacó un terrible puñal de dos filos que a Rosina en el pecho clavó. Al oír los gritos de Rosina, su marido al encuentro salió. Dime, dime, Rosina encarnada, dime, dime, quién te asesinó; dime, dime, Rosina, Encarnada, dime quién ha sido ese traidor.
EL CONDE FLORES Grandes guerras se publican en la tierra y en el mar, al conde Flores le nombran de capital general. Ojos de la condesita no cesaban de llorar, dos días lleva casada y se tiene que apartar. Adiós, romerita mía, con Dios te puedes quedar. Si a los tres años no vengo, bendita te pueden llamar. Ya se han pasado siete años, y para ocho ya van; nuevas del conde no sabes, hija, ya te puedes casar. No me quiero casar, padre, que don Flores vivo está; aunque ande cielos y tierra yo le tengo que encontrar. Madre, hágame usted una saya de basquiña[iii] de sayal[iv]; madre, hágame usted una saya para ponerme a caminar. Se quita medias de seda, de lana se pone ya, encima el hábito verde, la faldita de sayal. Por los altos que ella iba, se desojaba[v] a mirar; por los hondos[vi] que bajaba, fuentes hacía manar. Si ha encontrado a un vaquerito, vaquitas tiene a guardar. Vaquerito, vaquerito, yo te quiero preguntar: ¿de quién son estas vaquitas?. Todas de un hierro y señal; del conde Flores, señora, que en aquel castillo está. La romera no era boba, ya se ha puesto a caminar. Se ha encontrado un pastorcito que ovejas tiene a guardar. Pastorcito, pastorcito, yo te quiero preguntar ¿de quién son estas ovejas? Todas de un hierro y señal. Del conde Flores, señora; mañana se va a casar. Ya han matado las terneras y el vino puesto a enfrescar. La romero no era boba, ya se ha puesto a caminar. A aquel castillo de moros a pedir limosna va. Ha salido un caballero, un ochavito la da. Para el rico caballero qué poca limosna da. En casa, mis padres, reyes, pesetas y hogazas dan. ¿De dónde es la señora que tan dulce tiene el hablar? De Sevilla soy, señor, de Sevilla, general. Al oír estas palabras, desmayado cae para atrás. Arriba estaba la novia en un alto ventanal. Al verle caer al suelo, enseguida ella bajó. Aquí tienes el hábito verde que me distes para esposar, y aquí tienes a mis brazos blancos que te quieren abrazar. Adiós, palomita mía. con Dios te puedes quedar. Ésta es la mía romera, con ella me he de marchar. ¡Malhaya sea la romera y quien la trajo para acá!, si ha tardado dos días, se queda sin su galán.
TRANQUILO / versión 1 El rey moro tiene un hijo que Tranquilo se llamaba, que Tranquilo se llamaba, que Tranquilo se llamaba, Un día, estando comiendo, se enamoró de su hermana, se enamoró de su hermana, se enamoró de su hermana. Como no podía ser, cayó malito en la cama, cayó malito en la cama, cayó malito en la cama. Ya sube su madre a verle. Hijo mío, ¿qué te pasa?, hijo mío, ¿qué te pasa?, hijo mío, ¿qué te pasa?. Tengo unas calenturitas que me traspasan el alma, que me traspasan el alma, que me traspasan el alma. ¿Quieres que te mate un ave de los que vuelan por casa? de los que vuelan por casa, de los que vuelan por casa. Sí, quiero que me lo maten y me lo suba mi hermana, y me lo suba mi hermana, y me lo suba mi hermana. Como era tiempo verano, subió en enaguas blancas. subió en enaguas blancas, subió en enaguas blancas. La cogí por la cintura y la eché sobre la cama, y la eché sobre la cama, y la eché sobre la cama. Mira, hermano, mira, hermano, mira que yo soy tu hermana, mira que yo soy tu hermana, mira que yo soy tu hermana. Si eres mi hermana, que seas, no haber nacido tan guapa, no haber nacido tan guapa, no haber nacido tan guapa. A los nueve meses justos, cayó malita en la cama, cayó malita en la cama, cayó malita en la cama. Llamaron cuatro doctores, los mejores de La Habana, los mejores de La Habana, los mejores de La Habana. El uno la toma el pulso, el otro la mira en la cara, el otro la mira en la cara, el otro la mira en la cara. Y los otros dos decían: esta moza está preñada, esta moza está preñada, esta moza está preñada. Si estoy preñada, que esté, a nadie le importa nada, a nadie le importa nada, a nadie le importa nada. Es de mi hermano querido, que Tranquilo se llamaba, que Tranquilo se llamaba, que Tranquilo se llamaba. Aquí se acaba la historia de Tranquilo y de su hermana, de Tranquilo y de su hermana, de Tranquilo y de su hermana. Por el amor de su hermano ella quedó deshonrada, ella quedó deshonrada, ella quedó deshonrada.
EL FRANCÉS De Francia vino un francés en busca de una mujer. Se encontró con una niña que le supo responder. Caballero, si usted quiere de mi hermana gozar, todo lo que yo le pida, me lo tiene usted que dar. Me ha de hacer usted un palacio que cueste dos mil labrones[i], y a la mar vaya a parar ventanitas y balcones. Los techos que usted me ponga han de ser de plata fina, con el mostrador de oro para ir a la cocina. Desde mi casa a la iglesia ha de poner entablado, para cuando vaya a misa, no se me manche el calzado. Desde mi casa a la iglesia, ha de poner una alfombra, para cuando vaya a misa, no se me manche la ropa. Desde mi casa a la iglesia ha de poner una parra, para cuando vaya a misa, no me dé el sol en la cara. Un coche con cuatro mulas, como lo he de menester, como soy cachí[ii] gordita, yo no puedo andar de pie.
[i] Posiblemente se refiera a doblones. [ii] Gachí: mujer, muchacha. [iii] Determinado tipo del falda. [iv] Tejido de lana basta. [v] Miraba con intensidad y forzando la vista. [vi] Barrancos, hondonadas.
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