| ALGUNOS JUGUETES MASCULINOS por Álvaro y Juan Carlos de Blas de Blas (1995)
exposición de juguetes antiguos (2005)
Cuando nosotros éramos chicos, hace más de treinta años, casi todos los juguetes que teníamos nos los hacíamos nosotros mismos, pues no era costumbre en Alcozar —y nuestros padres tampoco disponían de dinero para ello— el que nos hicieran regalos por nuestro santo o cumpleaños. Sólo en alguna contada ocasión nuestros padres nos traían alguna pelota cuando iban a las ferias de los pueblos cercanos. Los Reyes Magos tampoco acostumbraban a dejar juguetes en nuestras "albarcas" o alpargatas (en aquellos tiempos los zapatos los reservábamos para el día de la Primera Comunión y para las fiestas del pueblo). Los Reyes, como mucho, se dignaban dejarnos un puñado de cacahuetes (que en Alcozar se llamaban "cacagüeses") con alguna castaña y algún higo. Félix era el más afortunado de todos nosotros. Su abuelo Valerio era muy mañoso y manejaba bien la azuela y otras herramientas de carpintería, así que él siempre contaba con algún carro hecho con un cajón de madera o con una lata de sardinas a la que su abuelo colocaba unos carretes de madera —en los que vendían entonces enrollado el hilo de coser— para que hicieran de ruedas. Nosotros, como vecinos de Félix, teníamos el privilegio de poder disfrutar también de sus juguetes que, a fin de cuentas, acababan siendo un poco de todos, pues ni Félix nos los negaba, ni nosotros sentíamos envidia porque fueran suyos. Además de los juguetes ya mencionados, nos hacíamos nosotros mismos otros muchos, entre los que recordamos y queremos destacar los siguientes: EL CHIFLO: El chiflo o silbato lo hacíamos con las cañas que nacían en las orillas de los arroyos, aunque sólo algún chico muy experto conseguía que emitieran sonidos musicales, pues la ciencia de este instrumento consiste en hacer bien los agujeros que, al taparlos o destaparlos con los dedos, producen las notas (do, re, mi, fa, etc.) y no todos sabíamos colocarlos a la distancia adecuada. Los agujeros del chiflo se hacían con una punta o hierro al fuego vivo, es decir, candente, y dejando que ésta perforara la caña. Luego se sesgaba o cortaba al bies el extremo superior y se colocaba una lengüeta de madera para que, al soplar, produjera el sonido musical.
tocando el tambor
EL TAMBOR: Los tambores se hacían con una lata vacía de pescado en escabeche o con un orinal viejo. Se cogía luego un par de palos a los que se redondeaban las puntas y que hacían las veces de palillos o "chichuelos" —según se solían llamar en Alcozar— y a continuación ya se podía empezar a tocar la rudimentaria batería. EL TIRACANTOS: Consistía el tiracantos (también llamado tirachinas u honda) en una horquilla de madera, que se hacía con la unión de dos ramas de leña que quedaran en forma de "Y". A cada uno de los extremos superiores se ataba una goma de un grosor aproximado de uno o dos centímetros (que sacábamos de los neumáticos de las ruedas de bicicleta cuando éstos ya estaban inservibles) por la que se había introducido previamente un trozo de badana cuadrado o ligeramente redondeado. Este artefacto lo empleábamos para matar pájaros, colocando una pequeña piedra en la badana, estirando la goma y soltándola después de golpe, con lo que el canto o china salía disparado por el impulso. A veces, también servía para romper alguna de las pocas bombillas que constituían todo el alumbrado público de Alcozar. En esos casos solíamos recibir una somanta de palos al llegar a casa. En otras ocasiones, aunque generalmente de forma involuntaria, se desviaba el tiro y podías pegar a alguien un cantazo en mitad de la mollera o cabeza.
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