| LAS TABAS por Ana Rodríguez Pastor y Felicitas Pastor Romero (1994)
tabas (2004)
En Alcozar el juego de las tabas fue uno de los más populares y tradicionales entretenimiento de las niñas. Las tabas se sacaban del hueso del juego de la rodilla de las patas traseras de los corderos. A demás de las tabas este juego requería el empleo de una pita. La pita era una bola de cristal a veces irisada como las canicas, aunque no todas las niñas disponían de este tipo de pitas. Por lo general se utilizaban las bolas de cristal que cerraban las botellas de gaseosa. Y aún había otras pitas cuya fabricación resultaba más económica, pues consistía en una bolita de barro bien alisada y secada al sol. Ni que decir tiene que estas últimas pitas se agrietaban y rompían con frecuencia cuando se golpeaban, claro que el material estaba al alcance de la mano. El hueso denominado taba se había de limpiar bien y a veces se pintaban de diferentes colores. Para este menester se elaboraba una tinta casera a base de unas pastillas coloreantes que se compraban en la tienda. Estas pastillas se disolvían en agua dentro de los frascos de inyecciones gastados y así se hacía la tinta de varios colores que tanto se utilizaba en los deberes escolares como para pintar mencionadas tabas, siendo lo más frecuente el aprovechar la ocasión cuando la madre teñía alguna prenda de vestir con una papeleta de tinte en polvo "Iberia" disuelta en un caldero de agua y puesta a hervir. Cada niña guardaba sus tabas y sus pitas en una bolsita. A las tabas jugaban las niñas en la calle cuando hacía buen tiempo. Nunca fue un juego masculino y se llevaba a efecto sentadas en el suelo y con las piernas encogidas hacia el vientre para dejar espacio y permitir la movilidad que requiere el juego.
Ana jugando a las tabas (foto Felicitas Pastor Romero - 1994)
Es un juego de destreza. Se jugaba con siete tabas y una pita. Cada uno de los lados de la taba recibía un nombre diferente: güito, correa, culo y chicha. El juego consistía en lanzar al mismo tiempo la pita a lo alto y dejar caer las tabas, recogiendo la pita al vuelo antes de que cayese al suelo. El paso siguiente era lanzar de nuevo la pita al tiempo que se intentaba mover las tabas (que debían ser siete) de forma que quedara visible el lado (güito, correa, culo o chicha) que se pretende, con rapidez suficiente para poder recoger la pita antes de que caiga a tierra. En una segunda tirada se recogían —de una en una o varias a la vez— las tabas que estaban de lado correspondiente, intentando alargar los dedos y volver aquellas tabas que no mostraban el lado correcto. Esta operación se repetía por cada uno de los cuatro mencionados lados de la taba. Si al efectuar cualquiera de los movimientos descritos, la pita cae al suelo se pierde la jugada y comenzaba a jugar otra niña. El juego acaba cuando una de las niñas a conseguido realizar la primera todos los pasos del juego iniciados. Este entretenimiento requiere entrenamiento y destreza.
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