| EL PAÑUELO, por Divina Aparicio de Andrés (2001)
jugando al pañuelo (2001)
En Alcozar, cuando yo era niña, siempre jugábamos en la calle. Existían múltiples juegos, tanto femeninos como masculinos, para poder jugar en equipo durante horas y más horas y sin ningún peligro, porque no había coches. Uno de esos juegos era el denominado "el pañuelo". Para jugar al pañuelo había que formar un grupo de niñas que fuera impar. Una de ellas se colocaba de pie en el centro con un pañuelo que sujetaba con una mano extendida al frente.
figura "a"
El resto de las niñas formaba dos equipos con un número igual de participantes. Cada grupo se colocaba —según muestra la figura A— a uno de los lados del pañuelo y a la misma distancia. A veces se decidía por sorteo el grupo que ocuparía la derecha o la izquierda, pero era más frecuente que se resolviera amigablemente sin perder el tiempo en estos menesteres. Cada grupo intentaba numerar a sus componentes del modo que aparece en la figura B, procurando dar el mismo número a la niñas de cada equipo que corrían a una velocidad similar o gozaban de la misma habilidad para llevarse el pañuelo, aunque esto no era fácil, pues cada equipo numeraba a sus componentes con el mayor sigilo, de forma que, aunque en la figura B hemos colocado los colores en el mismo orden en ambos bandos, esto no solía ocurrir prácticamente nunca, siendo mucho más habitual que la ubicación quedase tal y como se muestra en la figura A.
figura "b"
En la figura B recibirían el número uno, por ejemplo, las dos niñas representadas en rosa; el número dos las coloreadas con azul; y el número tres correspondería a las de amarillo. A continuación, la que dirigía el juego decía: “que venga, que venga, el...”, llamando a uno de los números (en el caso de la figura B sería el dos). Inmediatamente las dos niñas a las que se había asignado ese número se dirigían hacia el pañuelo a la mayor velocidad posible con el fin de llevárselo. Si ambas llegaban al mismo tiempo, las dos agarraban el pañuelo y se establecía un pequeño forcejeo hasta que una conseguía arrebatarlo, momento en el que debía volverse con rapidez para llegar a su sitio de partida. Cuando una de las dos niñas se había hecho con el pañuelo, era perseguida por la otra para impedir que se lo llevase. Si conseguía darle un palmetazo en la espalda antes de volver a su sitio, la primera debía devolver el pañuelo, pues la jugada no había sido válida y tenía que retirarse del juego, de lo contrario era la perseguidora la que perdía.
figura "c"
Otra niña de su mismo grupo asumía el número dejado vacante por la perdedora, de forma que debería correr hacía el pañuelo cuando fuera nombrado tanto su número inicial como el nuevo que le había sido asignado. Jugábamos predominantemente las chicas, aunque a veces también podía participar algún chico para completar el equipo.
LA SOGA, por Piedad del Amo Pastor (2001)
jugando a la soga (2001)
El juego de la soga era muy sencillo, bastaba un grupo de chicos o chicas (solíamos jugar por separado) y una soga gorda de las que se utilizaban para acarrear el cereal. A pesar de todo, no siempre nos resultaba fácil conseguir la cuerda adecuada, porque no todos los padres (o madres) nos dejaban coger la soga que necesitábamos. Nos repartíamos en dos grupos con el mismo número de jugadoras a cada lado y se hacía una raya en el suelo. Se comenzaba a tirar de la soga cada equipo para un lado, evitando pisar la raya o caerse al suelo.
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